lunes, 28 de enero de 2013

“Pasar por el tubo” (“El lecho de Procusto”)


                       
         
          
            La sociedad no quiere individuos. Tan solo quiere ciudadanos. Por eso desarrolla toda una inmensa maquinaria que pueda producir en serie al “ciudadano estándar”. La sociedad no tolera bien la individualidad porque tal cosa haría que se le escapara de las manos su control sobre ti, sobre mí… sobre cada uno de nosotros. Porque tú eres único. Imprescindible. Absolutamente indispensable… Pues eres una parte del Todo, y por tanto, como parte, intransferible y completamente necesaria.


            Pero vivir plenamente nuestra individualidad, nuestra unicidad, nos haría inmensamente creativos e impredecibles, y eso no puede tolerarlo la sociedad. ¡Aún no estamos preparados!




            Nuestra propia inmadurez para vivir en libertad, para convivir con responsabilidad y respeto nos obliga a crear una sociedad artificial plagada de normas, preceptos, prohibiciones, imposiciones que nos esclavizan y nos inmovilizan, a veces de forma asfixiante.




La sociedad necesita normativizar, poner orden y límites. Y en este afán por el control se refuerza sobremanera la estandarización: el hombre estándar es el modelo de ciudadano adaptado, y de esa forma quedan excluidos tanto el deficiente como el genio. Es el triunfo de la mediocridad condicionada a cambio de una convivencia soportable… ¿Pero hasta dónde y hasta cuándo soportable? El orden social ha ido creando unas estructuras para poder garantizar nuestra propia supervivencia. ¡Está bien! ¡Es necesario! Pero también es preciso que podamos seguir evolucionando. La Institución social ha de estar a nuestro servicio, sin embargo esta ha ido desarrollando tanto poder que  se ha ido invirtiendo los términos. ¡Se ha pervertido!




Este rasgo tan característico de hacernos “pasar por el tubo” a toda costa ya fue detectado desde bien antiguo, y así lo dejó magistralmente reflejado la mitología griega, con la magnífica alegoría conocida como “el lecho de Procusto”.




Cuenta el mito que Procusto (una especie de gigante, hijo de Poseidón) vivía en la montaña, pero justo antes de llegar a Atenas. Digamos que a las puertas de la Gran Ciudad. Había hecho de su casa una posada donde recibía siempre de buen grado a todo aquél que por allí pasaba. Después de días y días de largo camino por sendas  inhóspitas y bosques plagados de alimañas, durmiendo al cielo raso expuestos a las fuerzas de la Naturaleza, los peregrinos, caminantes y demás viajeros encontraban un gran alivio en la amabilísima hospitalidad de Procusto.

“Pasen la noche aquí, en un confortable lecho”, les invitaba. “Tomen un baño caliente, disfruten de una opípara cena… y después de una reparadora noche  durmiendo en este blando y acogedor lecho, mañana por la mañana podrán entrar en Atenas mucho más presentables. ¡Como auténticos ciudadanos!” Así pues, no había quien se resistiera ante tal ofrecimiento. Tras un relajante y perfumado baño se sentaban a la mesa, donde Procusto les ofrecía exquisitas viandas… pero, ¡eso sí!, acompañadas de un embriagador vino donde el gigante había mezclado una intensa dosis narcótica, un brebaje que hacía entrar en un profundo sueño.


Una vez anestesiados, el posadero maniático de la uniformidad los colocaba en el lecho y, acto seguido, comprobaba si el incauto viajero cabía de sobras, estirado en la cama o si, por el contrario, era más largo que las medidas del catre. Hechas tales comprobaciones, Procusto sacaba serruchos o poleas y realizaba los “ajustes necesarios”: a los que eran más cortos los estiraba hasta descoyuntarlos, y a los que se pasaban de la raya les serraba los miembros, amputándoles por donde fuera preciso. La cuestión era que encajaran a la perfección en aquel lecho. ¡Que dieran la medida exacta!




Después de pasar por el lecho de Procusto, nadie tenía unas piernas más largas o un cuello más corto. Todo el mundo se adaptaba ya a la medida estándar. Así… ¡ya estaban listos para entrar en Atenas! Y así hacían la entrada en la Gran Ciudad: descoyuntados o amputados, con su paso natural desfigurado… pero dando la talla de un buen ciudadano. ¡La talla perfecta del ciudadano estándar!



 Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-     
 T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 





lunes, 14 de enero de 2013

¿El dinero da la Felicidad? (¿O el poder está dentro de ti?)


           

            ¡Dichosa “Cuesta de Enero”!

Ya decía aquel viejo refrán aquello de que “las penas con pan son menos”.  ¿Pero, en realidad… creen que es el dinero lo que proporciona la felicidad? “¡Si no la da… al menos ayuda!”. Esa es una cuestión que he preguntado en múltiples ocasiones, a diferentes personas, y la contestación que con más frecuencia he obtenido ha sido exactamente esa: “si no la da, al menos ayuda.”


No piensen que desprecio esa respuesta, pues considerar una buena ayuda el poder contar con la abundancia y la riqueza económica, me parece bastante lógico y razonable. De forma concreta, recuerdo que más de una vez he escuchado decir: “¡A mí me toca ahora el gordo de la lotería y verás que rápido se me van todos los males!” Y fue, precisamente, el escuchar esta reflexión lo que me hizo desarrollar la siguiente fantasía, la cual he utilizado después en mi consulta de psicoterapia, como ejercicio de toma de conciencia. Les invito, desde aquí,  a compartirla:



Imaginen que, efectivamente, ganan hoy, por ejemplo, el premio del “bote de la primitiva” (pues la “dichosa cuesta de enero” les habría impulsado a probar suerte y habrían jugado esta semana). Así pues, les han tocado… pongamos… 5 millones de euros.  ¡¡5 MILLONES DE EUROS!! Tal vez, para un actual futbolista de élite no sorprenda en exceso esta cifra, pero para un ciudadano de a pié, para un trabajador estándar representa algo incalculable. ¡Necesitaría sumar todo el dinero ganado a lo largo de DIEZ VIDAS, para llegar a aproximarse a esa cantidad. Por lo tanto, encontrarse con toda esa riqueza, de golpe, representaría un evento absolutamente excepcional.



Miren el boleto… comprueben de nuevo la coincidencia de los números… y… ¡Sí! ¡Son los ganadores! ¡Propietarios de 5 millones de euros! Pues bien: en ese preciso momento… ¿qué sentirían?

Muy probablemente, “un subidón tremendo de energía”. He elegido esta frase porque la mayoría de las personas a las que he invitado a imaginarlo, se han expresado de una forma similar: “Un gran subidón”, o también: “Una inmensa euforia”, “una alegría inenarrable”, “¡ganas de reír, de llorar, de saltar… de vivir!” Todos, de alguna manera, coinciden en que ante una situación semejante, experimentarían la emergencia de un sentimiento expansivo. Se sentirían radiantes, pletóricos, enérgicos… ¡Super energéticos!

Entonces es cuando yo les pregunto: “¿Y quién o qué es lo que os ha dado toda esa energía?” Ante lo cual, la respuesta que he obtenido siempre ha sido unánime: “¡Los 5 millones!”
“¿Pero están seguros?” “¡Hombre; Tú dirás!”


Sigamos, entonces, desarrollando un poco más esta situación hipotética: Pongamos, pues, que en esa situación descrita se encuentran verdaderamente expansivos, contentos, alegres, animosos… etc. Tan intensa resulta ser esa excitación de ánimo que experimentan y que consideran tan placentera, que deciden guardar el boleto premiado en un banco y “callarse la boca” de momento. Es decir: no explicarían nada. Absolutamente a nadie. Ni se gastarán un céntimo del premio durante al menos… una semana. Por el momento, se dan una semana de plazo para digerir, secretamente lo acontecido.


Pues bien, a partir de ese momento, es fácil suponer que la animosidad se mantendría a lo largo de la semana. Se despertarían cada mañana sin esperar al despertador, con una sensación de amanecer radiante y se levantarían energéticos y activos… Y cumplirían con el “guión del día” sin perder en ningún momento esa socarrona sonrisa, con la que estarían escondiendo tal delicioso secreto.

Con semejante estado de ánimo, podrían continuar suponiendo que pasarían la semana con más energía que nunca. Una semana como jamás habían estado: sin perder en ningún momento el entusiasmo. Siendo así, al cabo de los siete días, pueden decidir, entonces, prolongar el periodo de secreto hasta un mes, para así seguir disfrutando por unos días más esa magnífica sensación.



Y podemos continuar fantaseando nuevas consecuencias a partir de lo propuesto, como, por ejemplo, que con el despliegue de buen humor y positividad que están expresando, y con esa mayor soltura, arrojo y atrevimiento, podrían ir provocando experiencias estimulantes, conociendo a nuevas personas, estableciendo nuevas relaciones…. Permitiéndose nuevas aventuras insospechadas hasta entonces… ¡en fin! Podría decirse que desde el día de la noticia del boleto ganador se han transformado en personas rebosantes de energía, alegría y buen humor. “¡La energía que les dan los 5 millones de euros!


Y bien, transcurrido el mes (¡Un mes o los meses que quieran! ¡Total, se lo están pasando en grande saboreando su buena fortuna…! ¡Pero ojo: no se les pasen, tampoco, la fecha límite para reclamar el premio!), se deciden, pues, por fin, a acudir al banco para que les hagan efectivo el dinero del premio… y entonces descubren… ¡Que todo ha sido una equivocación! Inventen la historia que prefieran, pero de lo que se trata, en definitiva, es que no hay ningún premio que retirar, ni nunca lo ha habido! ¡No les ha tocado nada! ¡Ni un céntimo!


¡Vaya planchazo! ¡Pero atención, y aquí está lo bueno:   Llevan un mes --o tres meses- gozando de una animosidad y una energía inmensas! ¿Y de dónde  decían que había salido toda esa energía? ¿De dónde procedía toda esa felicidad? ¿Del dinero, decían? ¿De qué dinero? ¡Si ni hay ni nunca ha habido ningún dinero!

“¡Pero yo pensaba que sí!” Se suele argumentar. ¡Ah! “¡Pensaban!” Así que esa fuerza y esa energía impetuosa se la habían transmitido y despertado un pensamiento.  “La fe mueve montañas”, escribió San Pablo. Entonces, toda esa energía y euforia que han estado expresando durante todo este tiempo resulta ser algo que les pertenece, absolutamente, a ustedes. Sencillamente la tenían latente, escondida, replegada… A través de un pensamiento le “han dado al interruptor” y se han desplegado… Han salido al exterior.

Esa energía, esa alegría… ese entusiasmo, pues,  son una capacidades que en estos momentos, fuera ya de mi fábula, siguen estando dentro de ustedes. ¡Ahora mismo! ¡A su disposición! ¡Tan sólo necesitan encontrar el “interruptor” que les de acceso a ellas!


Sí, tal vez “las penas con pan sean menos”, pero tal vez, también, como escribiera Louise Hay, y la hiciera mundialmente famosa, tal vez, digo, “el poder esté dentro de tí”.


Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-     
 T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

viernes, 11 de enero de 2013

IV Taller de Conciencia Corporal y Mindfulness.





TALLER DE CONCIENCIA CORPORAL
Y “MINDFULNESS”.

Taller teórico-práctico de Introducción
 a la Conciencia Sensorial Integrativa. (IV)


El 1 de Febrero reemprendemos los talleres de Conciencia Corporal en Can Rosich.
En esta ocasión, nos centraremos especialmente en las lecciones básicas de “Mindfulness”, a fin de ir disponiéndonos hacia una Mente Fresca y una Atención Plena.

La estimulación de la Conciencia Corporal y la práctica de Mindfulness nos confiere una actitud mental abierta y receptiva, lo cual va permitiendo un mayor aporte de conciencia en nuestra vida cotidiana.

Los beneficios más constatados de Mindfulness son una mayor concentración y mejor sintonización con uno mismo, así como con los demás, aumentando nuestra empatía. Disuelve la ansiedad, calma el miedo y el dolor y equilibra emocionalmente.

Por su parte, habitar el cuerpo, nos insufla entusiasmo, nos hace vivir inspirados, nos vitaliza y nos irradia de energía.


En este cuarto taller, se tratarán los siguientes puntos:

-      - Repaso de elementos básicos (Postura, Respiración y Movimiento).
-      - El “darse cuenta” (“awareness”).
-      - Imaginación y conciencia sensorial.
-      - Consumo y Nutrición Consciente.
-      - Ritual “del Té”.
-      - Dolor y Sufrimiento: Desbloqueo.
-      - Espacio Interior.





Fecha del taller:   Viernes, 1 de febrero de 2013
Lugar: Can Rosich (Pineda)
Horario: de 17 a 20 h.
Imparte:  Lauren Sangall  (Psicoterapeuta)
Precio: 30 €  (incluye consumición de coktail de frutas en la tertulia de despedida).
Materiales necesarios: ropa cómoda, calcetines,  esterilla y          almohadilla.
Contacto para reservas: Tel. 93 751 63 54   
                                     e-mail: laurensangall@gmail.com