Lo
parezca o no, ensayamos con el amor de
forma permanente, aunque no siempre sepamos hacerlo bien y los resultados puedan
dejar mucho que desear. Es evidente que vamos navegando por la Existencia experimentando
sin cesar; Y lo hacemos a través de un proceso de ensayo-error que nos educa,
progresiva y paulatinamente, en nuestra búsqueda de Luz y de Belleza. Como
escribía el psicoanalista canadiense Guy Corneau, en su libro “La sanación del corazón”: “El amor nos educa tanto mediante el gozo
como mediante la pena. Nos abre y, de éxito en fracaso, nos hace cada vez más
capaces de amar. Su fin último parece ser enseñarnos a amar sin freno, sin
medida, sin apegos y sin expectativas."
Cuando el amor florece, se ama sin
condiciones. Se es “amador” en vez de “amante”. Se es amable y amoroso en lugar
de celoso y exigente. El “amante” “ama” a cambio de ser amado, a cambio de algo
que desea… Su “amor” todavía no es más que un intercambio: “si tú te portas bien conmigo y me das justo lo que yo deseo… entonces
yo intentaré portarme bien contigo… para que me sigas dando lo que deseo…”
Aún hay mercantilismo, aún hay dependencia. Pero cuando, definitivamente, florece el
amor, el "amador" ama porque Sí. ¡No puede remediarlo! Ama como expresión de su
ser, igual que un pájaro canta a la mañana y una flor se abre a los rayos del
sol…
Mientras
el “amor” sea posesivo, generará esclavitud y dependencia. Y cuando el “amor” crea
dependencia, cuando te hace dependiente del otro, entonces también te hace su
adversario… su enemigo. Si te has vuelto dependiente del otro, sientes que no
puedes vivir sin él… y entonces tu libertad queda condicionada, destruida… Y el
amor sólo puede expresarse en libertad. El “amor” que coarte la libertad acaba
por degenerarse, por convertirse en rabia… en resentimiento y, finalmente… en
odio. En cambio, el amor que te ofrece la libertad es el que se hace eterno. Un
amor sin pretensiones de posesividad. Un Amor sin condiciones y sin
expectativas, como escribía Corneau.
Generalmente,
se confunde el desapego con la indiferencia, pero en realidad es todo lo
contrario: amar sin apego es amar con las manos abiertas. Por todo ello, no querría acabar
este ciclo de artículos sobre el amor sin transcribir el Decreto de Desapego
que enseñaba Say Baba y que me inspiró el título genérico de los posts: “Te amo
tanto que no te necesito”. Say Baba sugería que cerráramos los ojos y que
evocáramos a un ser querido, un ser clave en nuestra vida. Entonces, habíamos
de decir, desde lo más profundo de nuestro corazón: Amor “mío”: “Ya no te
necesito para ser feliz”.
Ya no te necesito para ser feliz…
Ya no te necesito, en absoluto, para
ser feliz…
Ya no te necesito, nunca más, para
ser feliz…
A ver si se puede entender, con
claridad: YA NO TE NE-CE-SI-TO PA-RA
SER FE-LIZ.
Pero, ojo: ¡Te amo tanto! ¡Tanto! Que
he llegado a un punto en que te amo tanto… que ya no te necesito para ser feliz…
¡Ya te siento en mí!
¡Tú siempre estás en mí!
Yo, toda la vida creí que te amaba…
pero necesitaba tu permanencia en mi vida…
Ahora ya estás en mí de una forma tan
profunda… y yo estoy en ti…
Estés o no estés en el cuerpo… estás
en mí.
Si tu quisieras seguir conmigo en
esta vida… ¡Uau…!
Entonces diría: ¡Gracias! ¡Gracias,
Universo! ¡Gracias, Kosmos…!
Pero si tú no siguieras en esta vida…
Si tu no siguieras porque te vas… te
vas… o TE VAS…
¡Bueno, está bien! Porque ya estás en
mí…
¡Entiéndeme: te amo, te amo…!
TE AMO… pero no te necesito.
¡Te adoro tanto que no te necesito!
Antes, toda mi vida te amaba y te
necesitaba todo el tiempo… con lo que no era un amor del todo puro, del todo
incondicional. Estaba condicionado por mi apego, por mi miedo…
Ahora te amo, pero no te necesito.
Si quieres venir conmigo… ¡ADELANTE! “Que
el sol faci el dia molt mes llarg” (como cantaba Lluís Llach”), pero no dependo
de ello.
“Si em dius adéu
vull que el dia sigui net i clar.
Que cap ocell
trenqui l'harmonia del seu cant.
Que tinguis sort
i que trobis el que t'ha mancat en mi.”
vull que el dia sigui net i clar.
Que cap ocell
trenqui l'harmonia del seu cant.
Que tinguis sort
i que trobis el que t'ha mancat en mi.”
(Lluis Llach)
Escrito por:Lauren Sangall. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- T. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.com