“Hay
un momento para todo y un tiempo para
cada acción bajo estos cielos”, nos dice el Eclesiastés y, por mi parte, no tengo ningún reparo en compartir
esta reflexión: la de que cada cosa tiene su tiempo y su momento. Y al tiempo
de CRISIS le corresponde ser un tiempo para el cambio, para la
innovación y la transformación. Pues, como escribiera Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien si
siempre hacemos lo mismo."
Solemos conducirnos en la vida mediante esquemas automatizados de acción. La inmensa mayoría de nuestras
actividades responden a patrones de
comportamiento que, una vez aprendidos, los realizamos de forma prácticamente
automática y por inercia. Estos
patrones se van encadenando hasta formar un estilo completo de vida, al que nos
vamos acostumbrando y acomodando… y se llega al punto de que acabamos viviendo
poco menos que como autómatas. ¡Y luego nos quejamos de la rutina…!
Nuestros hábitos, nuestras costumbres,
nuestra conducta, nuestra forma de vivir… tienen que ver con nuestra visión del
mundo, con nuestra visión de la realidad, con nuestra “Weltanschauung”. Sin
embargo, nada puede mantenerse completamente estático. Nada puede permanecer
inmóvil. En este mundo, nada es eterno. Todo es temporal (“Hay un tiempo para cada cosa”,
¿recuerdan…?) Esa es la realidad: ¡Todo es provisional! Las fórmulas de vida,
los programas, los modelos, los paradigmas… ¡Todo temporal! Y, así pues, ocurre
que a veces no hay más remedio que encararnos con momentos críticos. Momentos
que representan verdaderos puntos de inflexión en nuestras vidas…
En la 1ª. Parte de este artículo (“La
imaginación al poder.”) me permití realizar unas pinceladas etimológicas de
la palabra “crisis” y recordaba, entonces, su procedencia del
griego (“krisis” y “kreinen”),
cuyos significados implicaban separar
y analizar para llegar a una
decisión transcendente. También aludía a que el idioma chino, con su alfabeto
ideográmico, utilizaba para expresar el concepto de “crisis” la conjunción de
dos ideogramas simples: "WÉI" y "JI", es decir:
“Riesgo” y “Oportunidad”. Así pues,
“CRISIS” representaría para el
chino el enfrentamiento de un Peligro, a fin de poder acceder a una
Oportunidad, la oportunidad oculta que se halla encriptada en su seno. ¡Como un
regalo sorpresa!
Pero
aún me guardé un tercer apunte etimológico para esta 2ª. Parte del artículo. El
apunte más antiguo. Tal vez el original. El que procede del Sánscrito, en cuyo idioma podemos ver que el vocablo
para designar “crisis” es muy similar: “kris.” Y a poco que buceemos en la
filología podemos encontrar, por ejemplo, que del “kris” sánscrito también procede otra
palabra, además de “crisis”, y esta es “crisol”.
Atendiendo
a la semántica, descubrimos que “kris” tenía en sánscrito el significado de depuración. Igualmente, en el crisol es donde se funden los metales para depurarse y
purificarse, separándose de la escoria y demás impurezas… Y con esto creo que
llegamos a la esencia del tema de la Crisis: a la “depuración”. Podría verse,
pues en la Crisis la representación de un proceso purgativo, donde pueden
encontrar nuestras vidas una oportunidad para depurarse y purificarse. Una
depuración de nuestro sistema de vida. Volvemos
así, de nuevo, a la relación entre crisis y oportunidad. La Crisis como
oportunidad de crecimiento.
La
crisis representaría, pues, una especie de crisol en donde habrá de depurarse nuestro
rutinario y automatizado estilo de de vida.
La crisis, pues, habrá de acabar siendo la gran redoma alquimista donde,
a fin de cuentas, alquimistas a la fuerza (pues “a la fuerza ahorcan”…) habremos de aprender a separar la escoria de
nuestras vidas y a cocinar a fuego lento la “piedra negra”… hasta convertirla
en oro… en la piedra filosofal: un nuevo estilo de vida más sostenible… más
evolucionado… más inteligente… más solidario… más consciente...
Sigámos, pues, las huellas de los Señores del Fuego para descubrir los secretos del Arte Regia... pues ahora, quizá más que nunca, necesitamos encontrar la "Panacea"...
¡La Vida nos empuja!
¡La Vida nos empuja!
(Continuará en el siguiente post.)
Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta.
Premia de Mar -Barcelona-
T. 93 751 63 54 e-mail:
laurensangall@gmail.com