lunes, 14 de enero de 2013

¿El dinero da la Felicidad? (¿O el poder está dentro de ti?)


           

            ¡Dichosa “Cuesta de Enero”!

Ya decía aquel viejo refrán aquello de que “las penas con pan son menos”.  ¿Pero, en realidad… creen que es el dinero lo que proporciona la felicidad? “¡Si no la da… al menos ayuda!”. Esa es una cuestión que he preguntado en múltiples ocasiones, a diferentes personas, y la contestación que con más frecuencia he obtenido ha sido exactamente esa: “si no la da, al menos ayuda.”


No piensen que desprecio esa respuesta, pues considerar una buena ayuda el poder contar con la abundancia y la riqueza económica, me parece bastante lógico y razonable. De forma concreta, recuerdo que más de una vez he escuchado decir: “¡A mí me toca ahora el gordo de la lotería y verás que rápido se me van todos los males!” Y fue, precisamente, el escuchar esta reflexión lo que me hizo desarrollar la siguiente fantasía, la cual he utilizado después en mi consulta de psicoterapia, como ejercicio de toma de conciencia. Les invito, desde aquí,  a compartirla:



Imaginen que, efectivamente, ganan hoy, por ejemplo, el premio del “bote de la primitiva” (pues la “dichosa cuesta de enero” les habría impulsado a probar suerte y habrían jugado esta semana). Así pues, les han tocado… pongamos… 5 millones de euros.  ¡¡5 MILLONES DE EUROS!! Tal vez, para un actual futbolista de élite no sorprenda en exceso esta cifra, pero para un ciudadano de a pié, para un trabajador estándar representa algo incalculable. ¡Necesitaría sumar todo el dinero ganado a lo largo de DIEZ VIDAS, para llegar a aproximarse a esa cantidad. Por lo tanto, encontrarse con toda esa riqueza, de golpe, representaría un evento absolutamente excepcional.



Miren el boleto… comprueben de nuevo la coincidencia de los números… y… ¡Sí! ¡Son los ganadores! ¡Propietarios de 5 millones de euros! Pues bien: en ese preciso momento… ¿qué sentirían?

Muy probablemente, “un subidón tremendo de energía”. He elegido esta frase porque la mayoría de las personas a las que he invitado a imaginarlo, se han expresado de una forma similar: “Un gran subidón”, o también: “Una inmensa euforia”, “una alegría inenarrable”, “¡ganas de reír, de llorar, de saltar… de vivir!” Todos, de alguna manera, coinciden en que ante una situación semejante, experimentarían la emergencia de un sentimiento expansivo. Se sentirían radiantes, pletóricos, enérgicos… ¡Super energéticos!

Entonces es cuando yo les pregunto: “¿Y quién o qué es lo que os ha dado toda esa energía?” Ante lo cual, la respuesta que he obtenido siempre ha sido unánime: “¡Los 5 millones!”
“¿Pero están seguros?” “¡Hombre; Tú dirás!”


Sigamos, entonces, desarrollando un poco más esta situación hipotética: Pongamos, pues, que en esa situación descrita se encuentran verdaderamente expansivos, contentos, alegres, animosos… etc. Tan intensa resulta ser esa excitación de ánimo que experimentan y que consideran tan placentera, que deciden guardar el boleto premiado en un banco y “callarse la boca” de momento. Es decir: no explicarían nada. Absolutamente a nadie. Ni se gastarán un céntimo del premio durante al menos… una semana. Por el momento, se dan una semana de plazo para digerir, secretamente lo acontecido.


Pues bien, a partir de ese momento, es fácil suponer que la animosidad se mantendría a lo largo de la semana. Se despertarían cada mañana sin esperar al despertador, con una sensación de amanecer radiante y se levantarían energéticos y activos… Y cumplirían con el “guión del día” sin perder en ningún momento esa socarrona sonrisa, con la que estarían escondiendo tal delicioso secreto.

Con semejante estado de ánimo, podrían continuar suponiendo que pasarían la semana con más energía que nunca. Una semana como jamás habían estado: sin perder en ningún momento el entusiasmo. Siendo así, al cabo de los siete días, pueden decidir, entonces, prolongar el periodo de secreto hasta un mes, para así seguir disfrutando por unos días más esa magnífica sensación.



Y podemos continuar fantaseando nuevas consecuencias a partir de lo propuesto, como, por ejemplo, que con el despliegue de buen humor y positividad que están expresando, y con esa mayor soltura, arrojo y atrevimiento, podrían ir provocando experiencias estimulantes, conociendo a nuevas personas, estableciendo nuevas relaciones…. Permitiéndose nuevas aventuras insospechadas hasta entonces… ¡en fin! Podría decirse que desde el día de la noticia del boleto ganador se han transformado en personas rebosantes de energía, alegría y buen humor. “¡La energía que les dan los 5 millones de euros!


Y bien, transcurrido el mes (¡Un mes o los meses que quieran! ¡Total, se lo están pasando en grande saboreando su buena fortuna…! ¡Pero ojo: no se les pasen, tampoco, la fecha límite para reclamar el premio!), se deciden, pues, por fin, a acudir al banco para que les hagan efectivo el dinero del premio… y entonces descubren… ¡Que todo ha sido una equivocación! Inventen la historia que prefieran, pero de lo que se trata, en definitiva, es que no hay ningún premio que retirar, ni nunca lo ha habido! ¡No les ha tocado nada! ¡Ni un céntimo!


¡Vaya planchazo! ¡Pero atención, y aquí está lo bueno:   Llevan un mes --o tres meses- gozando de una animosidad y una energía inmensas! ¿Y de dónde  decían que había salido toda esa energía? ¿De dónde procedía toda esa felicidad? ¿Del dinero, decían? ¿De qué dinero? ¡Si ni hay ni nunca ha habido ningún dinero!

“¡Pero yo pensaba que sí!” Se suele argumentar. ¡Ah! “¡Pensaban!” Así que esa fuerza y esa energía impetuosa se la habían transmitido y despertado un pensamiento.  “La fe mueve montañas”, escribió San Pablo. Entonces, toda esa energía y euforia que han estado expresando durante todo este tiempo resulta ser algo que les pertenece, absolutamente, a ustedes. Sencillamente la tenían latente, escondida, replegada… A través de un pensamiento le “han dado al interruptor” y se han desplegado… Han salido al exterior.

Esa energía, esa alegría… ese entusiasmo, pues,  son una capacidades que en estos momentos, fuera ya de mi fábula, siguen estando dentro de ustedes. ¡Ahora mismo! ¡A su disposición! ¡Tan sólo necesitan encontrar el “interruptor” que les de acceso a ellas!


Sí, tal vez “las penas con pan sean menos”, pero tal vez, también, como escribiera Louise Hay, y la hiciera mundialmente famosa, tal vez, digo, “el poder esté dentro de tí”.


Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-     
 T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

1 comentario:

  1. ¡Muy buena la fábula!

    El dinero nos ofrece la ilusión de tenerlo todo cubierto y poder dedicarnos solo a ser felices… Y quizás no hemos pensado que la felicidad se encuentre en la lucha diaria.

    Siempre he me preguntado que sí me tocan 5 millones de euros debe de ser una gran alegría o un problemón… si algún día lo descubro ya te lo contaré!!!!

    Ferran

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