Me he puesto a escribir el post de la semana con la intención de expandir animosidad, frente a la cuesta de enero de este 2012… Me he propuesto transmitir un mensaje optimista… de bienaventuranza y armonía para este nuevo año… y resulta que lo primero que se me aparece por la mente son las cacareadas profecías del fin del mundo, que lo sitúan, precisamente, para el año que estamos estrenando.
Mirando alrededor, lo que veo que tengo más cerca es una circular de La Caixa, en donde me anuncian que a partir de este enero me cobrarán 5 euros mensuales de mantenimiento por cada libreta… Entonces recuerdo que han vuelto a recortar las prestaciones de la Sanidad Pública, así como el sueldo de los funcionarios, que ha subido el agua, la gasolina, los transportes públicos… que sigue aumentando, dramáticamente, el desempleo y ya deben andar por encima de los cinco millones de parados en España… A la crisis económica no se le ve el fondo, todavía, por ninguna parte y, lo que es peor, parece que nadie sabe como hay que solucionarla… En fin, como cantaba Serrat:
"Que las manzanas no huelen,
que nadie conoce al vecino
que a los viejos se les aparta
después de habernos servido bien.
Que el mar está agonizando,
que no hay quien confíe en su hermano,
que la tierra cayó en manos
de unos locos con carnet…”
Desde luego, ante tanto desquicio y desbarajuste, ante tanto acúmulo de calamidad, a cualquiera le pueden entrar ganas, en ciertos momentos, de pensar que la profecía azteca no habría de ir demasiado desencaminada. Menos mal que uno ya está acostumbrado a escuchar nefastas profecías y curtido en sobrevivir a fechas funestas: las vaticinadas por Nostradamus, por los Testigos de Jehová, el Colapso del año 2000 o el Gran Terremoto apocalíptico pronosticado por Harold Camping, el que habría de habernos sumido en el fuego eterno desde 1994… y que ahora, en 2011, había vuelto de nuevo a la carga. ¡Este hombre no escarmienta ni con los 90 años que ya ha cumplido! En esta ocasión, aseguraba que había revisado concienzudamente la Biblia (lleva 54 años seguidos haciéndolo) y que había encontrado el versículo en el que se equivocó la otra vez. Ahora que ya lo había rectificado y había corregido el error matemático, certificó que en esta ocasión habría de ser aún mucho peor (¡por supuesto!) Aseguró que el Apocalipsis definitivo llegaría, exactamente, el 21 de mayo del 2011… y que habría durado hasta el 21 de octubre. Pero ya ven: ya han transcurrido esas fechas y no ha pasado nada. ¡Bueno! ¡Pasar, lo que se dice pasar… siempre pasan cosas…! En realidad, el 21 de mayo pasado no sobrevino el terremoto apocalíptico pero sí que hubo un terremoto en Nueva Zelanda… y otro seísmo en Chile… y otro más en Japón… y un volcán entró en erupción en Islandia… ¡Caramba con las coincidencias! ¡Pero, de todas maneras, lo que está claro es que no fue el día del Juicio Final!
No es que quiera frivolizar, pero aunque las cosas se tuerzan siempre podemos, como decían los galos, en Asterix y Obelix, mirar hacia arriba y suspirar aliviados de que el cielo aún no se haya caído sobre nuestras cabezas. Cuando por las noches me acurruco entre las sábanas y las mantas, puedo reconocer que ese placer sigue siendo gratis… Igual que es gratis el ir a la playa… el pasear por el campo… el ir al bosque a buscar setas… el subir una montaña…
Aún me puedo permitir circular en bicicleta… No me cobran nada por mirar las olas como baten contra las rocas… por contemplar el mar… Ni por admirar el amanecer… ni las puestas de sol… Puedo recrearme cuanto guste en el intenso carmesí del cielo crepuscular… degustar los atardeceres… escuchar las campanas… y dejar que se pierda la vista en la lontananza…
A pesar de la crisis puedo sentarme en un banco del parque a ver como juegan los niños… y permitir que las palomas merodeen a mi rededor. Puedo oír el canto de los pájaros y aspirar la aroma del romero… y del tomillo… y de lavanda… Puedo recolectar espárragos trigueros… piñas… zarzamoras… o flores silvestres… Puedo buscar conchas marinas por la orilla del mar… juguetear con la arena… coleccionar piedras raras… Incluso, con algo de cuidado, todavía puedo subirme un poco a los árboles…
¡La crisis no puede quitarme que me tumbe al sol a tocar la guitarra… que corra descalzo por el césped, que me suba a un columpio cuando no haya nadie… que explore senderos… que me extravíe por caminos rurales… que baile bajo la lluvia…!
Tampoco tengo que pagar nada por recitar poesía… ni por imaginar… También puedo contemplar a la gente… sin obligarme a hacer ningún tipo de juicio… Tan solo observar… embobado… el trasiego del mundo… ¡No me cobran por ello! ¡Y también es gratis escuchar música! Actualmente, se puede escuchar canciones, prácticamente, gratis… “…en los mapas me pierdo… en las carreteras duermo…” ¡Sí, Manolito…! ¡Yo también hago pájaros de barro… y los echo a volar…!
Cuando el mundo aprieta es, más que nunca, hora de darse cuenta de que poder caminar con tus propios pies es una maravilla… ¡y es gratis! ¡Que salir a ver la luna llena es una maravilla… y es gratis! ¡Que quedarse enmudecido bajo un cielo estrellado, en las noches de verano… es una maravilla… y es gratis! ¡Que dejarse embeber por el silencio… es una maravilla…! ¡Y ES GRATIS!
En una vieja canción, Alberto Cortez decía que “solamente lo barato se compra con el dinero…” Pues al final va a resultar que todo lo importante de la vida… lo que vale la pena… es gratis. Tal vez habríamos de escuchar más a los poetas…
¡Podría seguir enumerando tantas cosas magníficas… que son gratis…! Pero, en fin, tendré que acabar el post. Diré, por último, que podemos jugar… gratis… con nuestros hijos… o con nuestros amigos… ¡O con nuestro perro…! ¡Ah! ¿Que tú no tienes nada de eso…? ¡Bueno! ¡Tampoco hay que preocuparse! ¡Siempre puede encontrarse algo por donde comenzar…! Por ejemplo… ¡puedes sonreír! ¡Puedes regalar una sonrisa a cualquier “extraño”! ¡No digo que te obligues a ello! ¡No me malinterpretes! ¡No es cuestión de reprimir tus sentimientos y forzarte a una hipocresía malsana! Tan sólo es cuestión de tener en cuenta de que siempre puede haber más alternativas en como tomarse las cosas… y a veces puede ayudarnos a recordarlo aquello de que… “a mal tiempo… buena cara.”
És ben cert que els diners no 'donen' la felicitat, però... ai... quina tranquil.litat no haver de pensar en ells...
ResponderEliminarViure de les idees i/o dels actes, quina gran vida seria/és
Después de leer este post, aun soy más consciente de que las cosas importantes de la vida, no son cosas...
ResponderEliminarUn Abrazo.
Ruth H.
Totalment de acuerdo con todo lo que dices en este post pero como también debes saber otra cosa que es gratis es... Quejarse de todo!!...
ResponderEliminaryo prefiero tu optimismo.
Gracias a todos, por los comentarios. En cuanto al tercero (de "Pisos Venda Mataró"), es buena tu observación, pero... ¿realmente sale gratis quejarse...?
ResponderEliminarCon el hábito de quejarse, tal vez se pueda compartir algunas migajas de "energía" en complicidad con los demás, pero el precio no es gratis, sino que representa una trampa, un terrible círculo vicioso.
La queja es debilitante. Es vivir con una "conciencia de carencia" en lugar de "conciencia de abundancia", y eso representa una "fuga de energía" permanente.
No, la verdad es que quejarse no es tan gratis ni tan inocente como puede parecer a simple vista.
Saludos