Por las épocas estivales, mientras
disfruto del periodo vacacional, me
resulta siempre más apetecible escribir artículos ligeros, de temática,
llamémosle, más mundana. La exuberancia del clima y la dulce holganza parecen llamar
con más intensidad a un mayor recreo de los sentidos. Pero no por ello la
conciencia ha de adormecerse, amodorrándose con la indolente inercia del reposo
y la “dolce vita” que puede
representar el paréntesis del descanso laboral.
Los buscadores de la trascendencia
procuramos no bajar nunca la guardia. Pero si bien la disciplina, el esfuerzo
activo e incluso los “super-esfuerzos” pueden ser elementos característicos en
nuestra forma de vivir, no por ello ha de confundirse con una aburrida visión
ascética, seca y grave de la vida. Por el contrario: el compromiso de expandir
la conciencia, la atención plena, el recuerdo de sí mismo o la intensificación
de las presencia nos llevan, precisamente, a una apertura vital y gozosa de los sentidos.
Con la disposición de un mayor
tiempo libre aún hay menor posibilidad, si cabe, de excusas para no extender
nuestra meditación. “¡Es que hace calor!
¡De lo que ahora tengo ganas es de irme a la playa! ¡De bañarme en el río…!”
¡Y qué! Si de eso se trata: la vida entera es una oración. ¿Ahora, en vacaciones,
qué razones vas a encontrar para ignorar la belleza del amanecer, o para no
salir a contemplar la puesta de sol, o para dejar de admirar el cielo nocturno,
las estrellas o la luna llena…?
¡Es por vacaciones cuando me vuelven a salir callos en los
dedos de tocar la guitarra! ¡Qué maravilla sentir agujetas en los brazos de
tanto remar con la piragua…! ¡Es agosto! ¿Qué quieren…? El verano es una fiesta
para los sentidos… ¡Desde la ropa hasta los helados! ¡Es un canto a la Vida!
En Catalunya tenemos un dicho popular que lo expresa de forma básica: “A l’estiu, tota cuca viu” (En el verano, todo bicho vive). Y como cantaba Serrat, en su tema “Hoy puede ser un gran día”, diría yo lo mismo hablando del verano: “No lo dejes escapar (…) Que todo cuanto te rodea lo han puesto para ti. No lo mires desde la ventana y siéntate al festín.” Y también:
En Catalunya tenemos un dicho popular que lo expresa de forma básica: “A l’estiu, tota cuca viu” (En el verano, todo bicho vive). Y como cantaba Serrat, en su tema “Hoy puede ser un gran día”, diría yo lo mismo hablando del verano: “No lo dejes escapar (…) Que todo cuanto te rodea lo han puesto para ti. No lo mires desde la ventana y siéntate al festín.” Y también:
"Saca de paseo a tus instintos
y ventílalos al sol,
y no dosifiques tus placeres;
si puedes, derróchalos."
La
cuestión es estar abierto y ser receptivo. Dejarse empapar por todo lo que la
vida nos brinde. “Ser un corazón tendido
al sol”, como cantaba, en esta ocasión, Victor Manuel.
Permitir que nuestra sensibilidad se vaya haciendo más y más profunda a cada momento… y no busquen lo extraordinario en algún proyecto insólito que incluso, tal vez, nunca lleguen a realizar. Porque lo extraordinario está aquí… en lo ordinario. En lo cotidiano. En la ensaladilla o el “rissotto” que estás preparando en la cocina, en el canto de los pájaros, en el gorjeo de las fuentes, en el rumor de las olas, en las risas con los amigos, en los besos y en las caricias… ¡Y es que ser sensual es imprescindible para ser espiritual! Osho siempre decía que “la sensualidad es el comienzo de la espiritualidad.”
Permitir que nuestra sensibilidad se vaya haciendo más y más profunda a cada momento… y no busquen lo extraordinario en algún proyecto insólito que incluso, tal vez, nunca lleguen a realizar. Porque lo extraordinario está aquí… en lo ordinario. En lo cotidiano. En la ensaladilla o el “rissotto” que estás preparando en la cocina, en el canto de los pájaros, en el gorjeo de las fuentes, en el rumor de las olas, en las risas con los amigos, en los besos y en las caricias… ¡Y es que ser sensual es imprescindible para ser espiritual! Osho siempre decía que “la sensualidad es el comienzo de la espiritualidad.”
Aunque
parezca contradictorio e imposible, la verdad es que la lujuria no se combate
con la represión y la severidad espartana, sino con el hedonismo y la
sensualidad. ¡Tal como lo oyen! Y es que la lujuria representa una compulsión ansiosa por
experimentar placer, pero que sólo deja vacío y un rosario interminable de
consumiciones insípidas. En cambio, la sensualidad hedonista, practicada de
forma sensible y contemplativa, es una celebración de la existencia. Es saber
apreciar y disfrutar las pequeñas cosas
de la vida: es la sexualidad consciente... y también un refresco cuando hay sed,
el aroma reconfortante de un buen café, el agradecimiento de un abrazo, un paseo por el campo… o por
la orilla del mar…
¡Aprendamos
a sonreír y a reir con todo nuestro ser, aprendamos a salir a la calle con celebración y
dejémonos de cosas raras. Volvámonos más y más sensuales, más y más sensibles,
porque esa es la manera de estar vivos!
Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- T. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.com