Por lo visto, con el programa GOOGLE EARTH SKY, ya es posible conseguir la “adopción oficial” de una estrella, perteneciente a la Constelación del Cisne. Tanto es así, que con un archivo tipo Kml (http://whitedwarf.org/palebluedot/KIC.kml) se puede abrir el GOOGLE EARTH SKY y ver las estrellas adoptadas, con el nombre de la persona que la adoptado, junto a ellas. Fue el propio equipo de la misión espacial Kepler, quien organizó el proyecto de “adoptar una estrella”, en el año 2009, e incluso parece que con una pequeña contribución económica hasta te envían un certificado de adopción (la dirección web del tema era adoptaunaestrella@gmail.com).
La noticia me resultó curiosa, más que nada porque la expresión de “adoptar una estrella” me es muy familiar. Personalmente, la uso desde hace bastante tiempo… desde mucho antes de la aparición del programa GOOGLE EARTH. Además, mis posibilidades de adopción nunca se han limitado a la constelación del Cisne, ni a ninguna otra, más allá de lo que mi contemplación directa me permita acceder, levantando los ojos al cielo nocturno… Tampoco es preciso ninguna contribución económica, por mínima que pudiera ser. Ahora que, también es verdad, que mi adopción no es “oficial”. Es decir: que nadie, en absoluto, me ha otorgado jamás ningún certificado, como padre adoptivo de estrella alguna… y a pesar de ello, llevo ejerciendo como tal, ya digo, desde hace bastante tiempo… y, sinceramente, me trae sin cuidado los certificados y los diplomas…
Si bien fue el verano la estación que me resultó más idónea para realizar la adopción y, en consecuencia, es en verano el momento del año en que mi “hija adoptiva” regresa y “nos veamos allá afuera”,aún así creo que la época navideña en la que estamos, resulta del todo propicia para haceros estas confesiones y para compartir con todos mi método particular de adoptar una estrella.
Además, siendo éste el último post del año y estando, pues, como estamos, esperando el año nuevo, seamos un poco locos… ¡Brindemos mirando al firmamento…! ¡Ea! ¡Ahí va mi meditación con las estrellas!
En primer lugar, lo que hemos de hacer es enamorarnos del cielo. Para ello, será imprescindible situarnos donde podamos acceder, cómodamente, a la contemplación del cielo nocturno.
Un patio, una terraza… pueden valer, aunque lo ideal es poder estar en algún espacio de la naturaleza: la montaña, el campo, la playa… Busquemos algún lugar apartado, donde podamos tumbarnos, relajadamente, boca arriba sobre la yerba… la tierra o la arena… (por eso decía que suelo encontrar en el verano las ocasiones más idóneas para disfrutar este ejercicio). Una vez que nos hemos colocado en una posición bien cómoda, entonces es el momento de olvidarnos de todo… y entregarnos por completo a la acción irracional… absurda… “inútil”… de perdernos entre las estrellas… Es cuestión de rendirse de forma total, de embelesarse… de fundirse en la contemplación de las infinitas luces que refulgen en la noche estrellada…
Un patio, una terraza… pueden valer, aunque lo ideal es poder estar en algún espacio de la naturaleza: la montaña, el campo, la playa… Busquemos algún lugar apartado, donde podamos tumbarnos, relajadamente, boca arriba sobre la yerba… la tierra o la arena… (por eso decía que suelo encontrar en el verano las ocasiones más idóneas para disfrutar este ejercicio). Una vez que nos hemos colocado en una posición bien cómoda, entonces es el momento de olvidarnos de todo… y entregarnos por completo a la acción irracional… absurda… “inútil”… de perdernos entre las estrellas… Es cuestión de rendirse de forma total, de embelesarse… de fundirse en la contemplación de las infinitas luces que refulgen en la noche estrellada…
Los pensamientos seguirán acudiendo, circulando por nuestra mente… pero habremos decidido que, en estos momentos, nos nos interesan lo más mínimo. Pueden estar ahí… si quieren… (¡Y querrán!) ¡Qué le vamos a hacer! ¡Los pensamientos son así! Los pensamientos vienen solos… Los pensamientos se van solos… Pero, como digo, hemos decidido no alimentarlos con nuestro interés. Si, en algún momento, nos damos cuenta de que algún pensamiento “nos ha arrastrado con él…” ¡Pues nada! Con toda serenidad… tomamos conciencia de ello… y lo dejamos estar… ¡Nosotros volvemos a lo nuestro! ¡Lo que nos interesa es mirar las estrellas!
Después, a medida que nos vamos familiarizando con el panorama del cielo estrellado… podemos empezar a “buscar nuestra estrella”. ¡Búsquenla! Primero se sentirán atabalados, mareados… perdidos ante tanta magnificiencia estelar… pero… poco a poco… comenzarán a ir haciendo elecciones. Al principio serán confusas… titubeantes… dubitativas…
¡Está bien! ¡Es así! ¡Disfruten la búsqueda! Progresivamente irán situándose… orientándose… Comenzarán a distinguirlas… y, tarde o temprano, comenzarán a sentir atracción por alguna estrella determinada… ¡Piérdanla… y vuelvan a encontrarla! ¡Jueguen con ella! ¡Flirteen con ella! ¡Empiecen a sintonizar con su estrella!
¡Está bien! ¡Es así! ¡Disfruten la búsqueda! Progresivamente irán situándose… orientándose… Comenzarán a distinguirlas… y, tarde o temprano, comenzarán a sentir atracción por alguna estrella determinada… ¡Piérdanla… y vuelvan a encontrarla! ¡Jueguen con ella! ¡Flirteen con ella! ¡Empiecen a sintonizar con su estrella!
Si llegan hasta aquí, pueden iniciar la tercera fase: imagínense ustedes mismos como si fueran de agua… o de cristal… De cristal líquido sería una buena combinación (en el fondo, no estaría demasiado alejado de la realidad, pues nuestra composición principal es agua… y actualmente, los científicos han descubierto que nuestra agua intracelular se encuentra en estado de cristal líquido). Entonces, con nuestra imaginación activada, podemos sentirnos pequeños lagos cristalinos en donde “nuestra estrella” está siendo reflejada. Todavía, con los ojos abiertos, nos concentramos en la estrella y… a la vez… nos imaginamos que la estrella está siendo reflejada dentro nuestro… En lo más profundo de nosotros…
Llegamos ya a la cuarta fase: ahora podemos cerrar los ojos y comenzar a ver la estrella en nuestro interior. Al principio, igual que antes, pasará lo mismo: la experiencia será muy fugaz e inestable… pero con la práctica se irá estabilizando. Cerraremos los ojos y nos irá siendo cada vez más fácil imaginar-ver-sentir a la estrella en nuestro interior. “¡Nuestra estrella…!” “¡Vuestra estrella…!” “¡Tu estrella!” ¡Y no te preocupes por los certificados ni por los documentos oficiales…! ¡En el mundo meditativo eso no existe! ¡Es tu estrella!
Vuelvan de nuevo otra noche… y búsquenla... ¡Encuéntrenla! ¡Alójenla dentro de sí! ¡Abran los ojos y concéntrense en ella, mientras refulge allá, en lo alto! Después… cierren los ojos y mírenla en el interior. ¡Cada vez, será más fácil sentirla dentro! ¡En el corazón! ¡O en el ombligo! Justo por debajo del ombligo: en el “HARA”, como dicen los japoneses. ¡Alójenla allá! ¡Déjenla allá! ¡Empezarán a sentir su luz!
Legará un momento que, en cualquier situación, la que fuere que se encuentren, podrán sentir a su estrella interna…¡Podrán sentir su luz! Entonces… … ¡jamás volverán a sentirse solos! Podrán estar solos… sí… ¡Al fin de cuentas, ya saben, el camino del guerrero es un camino en soledad… Pero dejarán de estar aislados. Estarán conectados… ¡Reconectados con el Kosmos! ¡La soledad se transformará…! ¡Será profunda… y a la vez GRANDIOSA…! ¡Radiante! ¡Una soledad radiante! ¡Brindemos por las paradojas de la existencia!
No es difícil sintonizar con una estrella… después de todo, como dijera el astrónomo Carl Sagan, no dejamos de ser “polvo de estrellas, mirando a las estrellas… a través de los milenios.” Aunque puestos a acabar el post con una frase poética y profunda, me gustaría hacerlo con algo que aprendí no se cuando, ni en qué lugar… algo que dice, aproximadamente, así: “cuando de noche diriges tu mirada hacia el cielo… y miras las estrellas… por fin el Universo puede contemplarse el rostro… a través de tus ojos.”
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