Como respuesta a la trilogía que publiqué sobre el estrés vengo escribiendo esta nueva trilogía de posts (“¿Y ahora qué hacemos?”) con la que intento sondear el espíritu de la modernidad, el cual no parece ser otro que la propia carencia de espíritu.
El triunfo del empirismo y la “muerte de dios” nos han llevado a un mundo hipertecnológico y confortable pero, a la vez, sin encanto. A una Sociedad del Bienestar que arroja el índice más alto de suicidios de la Historia…
El reinado de lo científico, lo estadístico y lo cuantificable ha tratado de abolir lo indeterminado, lo cualitativo y lo invisible. Se ha pretendido erradicar de la faz de la Tierra todo lo que suene a metafísico, a místico… a intuitivo y a abstracto…
Sin embargo, todo lo que se reprime acaba saliendo por algún u otro lado: es la ley del efecto contrario. Claro que el riesgo de ese rebusque es que las expresiones de ese mismo tema salgan de forma disfrazada. La censura inconsciente puede llegar a camuflar tanto el mensaje, que acabe saliendo desviado, y estrambótico… como en los sueños. Y a veces, incluso pervertido…
Donde podemos ver mejor esta evolución paradójica del escepticismo materialista, tal vez sea en los movimientos juveniles, y concretamente a través de la música popular.
En plan apunte rápido, podríamos hacer un esquema muy simple pero, a la vez, esclarecedor: Observemos que a partir de la irrupción liberadora del rock and roll, este fresco e irreverente estilo se fue bifurcando en dos ramas que, para simplificar, podríamos bautizar como la dura y la blanda. Entroncándolo con el pop-rock, nos puede valer, de entrada, los referentes Beatles/Rollings: Mientras Mc.Cartney y John Lennon representarían al suave Ying, Micke Jagger y Keith Richards serían una expresión del fuerte Yang.
En plan apunte rápido, podríamos hacer un esquema muy simple pero, a la vez, esclarecedor: Observemos que a partir de la irrupción liberadora del rock and roll, este fresco e irreverente estilo se fue bifurcando en dos ramas que, para simplificar, podríamos bautizar como la dura y la blanda. Entroncándolo con el pop-rock, nos puede valer, de entrada, los referentes Beatles/Rollings: Mientras Mc.Cartney y John Lennon representarían al suave Ying, Micke Jagger y Keith Richards serían una expresión del fuerte Yang.
Pues bien: la rama blanda, rápidamente se fue yendo hacia lo interior, lo emocional, lo sensible, lo psíquico… lo psicodélico… en definitiva: Lo luminoso… Conectó con el movimiento hippye…las flores y el color blanco… Su lema: “haz el amor y no la guerra”… “Jesucristo superstar”… En este extendido movimiento contracultural se comparte el hashis y la "maria" sentados en las playas, como un ritual de paz… se experimenta con el LSD en busca de aperturas de conciencia… Los hippies abren los brazos al orientalismo… a los gurus… y desde allí… aunque ingenuos e inmaduros, reencuentran una espiritualidad perdida…
Mientras que por el otro lado, la rama dura fue avanzando hacia el heavy metal, representando los principios contrarios a los que la rama blanda estaba enarbolando...
Pues el rock duro se fue polarizando hacia lo externo, lo urbano, lo material…lo mundano… "sexo, droga y rock and roll"... en definitiva: Lo oscuro…
Conectó con el movimiento punk… los piercings y el color negro… La transgresión estética y musical... la disconformidad cotidiana y lo políticamente incorrecto...
“No hay futuro”… “Háztelo tú mismo”… Desde una concepción pesimista y desesperada, el post-punk va evolucionando y se va fascinando cada vez más con lo crepuscular... Sin darse a penas cuenta, se va a ir rindiendo a un lóbrego romanticismo, a través de una redescubierta estética gótica…
Lo gótico va ganando terreno y un aura de exotismo lúgubre se va adueñando de todo… Se idolatra la noche, la luna… edificios ruinosos…. cementerios apartados… Cada vez, con más intensidad la Muerte va creando interés… la Muerte se va infiltrando subrepcticiamente, se va desplegando como un telón de fondo, como un susurro permanente... y como intrigante canto de sirenas... la Muerte excita… con su atmósfera siniestra… con su misterio… Mientras algunas facciones, las más radicales del ala dura, merodean por el satanismo (los rebusques más perversos), lo que progresivamente se va exaltando es la figura del gran villano-héroe solitario, el príncipe de las tinieblas y de lo sobrenatural: el vampiro.
La fascinación por lo vampírico invade la moda: vestidos, abalorios, comics, anime, novelas, películas, telefilms… por todos lados. Pero todas estas sagas vampíricas, al fin de cuentas, ¡mira por donde! nos retrotraen de nuevo al tema de la inmortalidad.
Los vampiros, ambivalentemente atrapados en una noche eterna... siempre ávidos de sangre… son un símbolo de nuestra propia sed de vida… y de nuestra búsqueda infinita... ante el tema no resuelto de la eternidad.
Los vampiros, ambivalentemente atrapados en una noche eterna... siempre ávidos de sangre… son un símbolo de nuestra propia sed de vida… y de nuestra búsqueda infinita... ante el tema no resuelto de la eternidad.
¡Qué gran ironía! A través del inicial desprecio punk, lo que acaba saliendo, al final, es la más vitalista de las actitudes: el anhelo de lo eterno… de la totalidad. Al fín de cuentas, el propio color negro ya contiene esa gran paradoja: aparentemente, muestra un rechazo total, parece darle la espalda a la luz, pero el negro es así, precisamente, porque el color de la oscuridad… absorbe toda la luz para él: ¡Lo quiere todo! Tras la máscara del terror, lo que resuena con espanto, en realidad, es un grito desesperado... que clama por la Eternidad...
Así pues, a través de un laberinto intrincado de senderos heterodoxos ("take a walk on the wild side"), poco a poco, ambas ramas músico-culturales, tras un largo periplo, llegan de nuevo a encontrarse. No importa que una sea blanca y la otra negra, que una comulgue más con ángeles mientras que la otra pretenda hacerlo con demonios. Lo que cuenta es que ambas acaban convergiendo en la búsqueda de una espiritualidad alternativa. Ouija o Misticismo, Ocultismo o Meditación… ¿qué más da? A la larga, todos los caminos conducen a Roma. O si no, ¿por qué aquello de que los caminos del Señor son inescrutables e infinitos…?
(Continuará en el sigiente post.)
Aún estoy de descuelgue con eso de que al final está el miedo a la muerte.
ResponderEliminarY, yo que tengo stres y squatro, como se hace para meditar querido maestro?
Dar una respuesta genérica es poco pertinente (te recuerdo los posts sobre "La ética de la situación").
ResponderEliminarDe todas maneras, lo más general es mantener la actitud de pregunta... un seguir preguntándose... insistir en una actitud de sospecha intrigante... de preintuir un Misterio... (¿recuerdas el "extrañamiento" perpetuo de Neo, al principio de la película Matrix...? ¡Pues algo así!
También puedes preguntarte: ¿a dónde voy...?
¿para qué corro tanto...?
¿a dónde quiero llegar...?
¿qué quiero conseguir...?
¿qué estoy buscando...?
¿Para Qué... ... ...?
Pero insisto: cada situación personal es única, así que frente a una persona, en particular, que me haga esa pregunta, puedo sugerirle que busque cada día un rato para estar en silencio, sin hacer nada más que escuchando los sonidos que le envuelven... mientras que para otra, tal vez lo más oportuno es que empiece a practicar algún deporte... Hay quién le iría bien estarse quince minutos diarios mirándose frente al espejo, y quien debería apuntarse a clases de baile...
Seguiré desgranando el tema en los artículos de Blog.
Muchas gracias por dejar comentarios.