Estamos de nuevo en verano; en
agosto, en vacaciones. Metidos en fechas de San Lorenzo, cuando las Perseidas
vuelven a visitarnos y nos regalan esos cielos nocturnos colmados de lágrimas
doradas, esas noches mágicas con sus lluvias de estrellas fugaces… En medio de
este ambiente festivo voy a permitirme publicar un post, para esta ocasión, digamos más… indolente, como más mundano…
La otra noche se me ocurrió desenfundar
la vieja guitarra y me senté en el patio a recordar algunos arpegios. Ruedas de
acordes y escalas pentatónicas aprendidas en mis lejanas mocedades… seguramente
en otras noches calurosas de estío, como esta, pero que se fueron perdiendo en
los arenales del Tiempo…
Cuando había conseguido animarme
hasta el punto de atreverme a tararear alguna antigua canción… (“Te recuerdo Amanda, la calle mojada…” RE M.- Fa m#...), entró de repente, como
un ciclón, mi hijo adolescente, con su ímpetu habitual. Pensé que sería un “entrar y salir” a toda prisa, como suele
hacer últimamente: pidiendo paso, con su apasionada ansia de exprimir su
juventud, pero por esta vez hizo una pequeña excepción y se paró un momento
para reclamarme una sesión relámpago de “Habilidades
Sociales”. Concretamente: que hiciese de Coach juvenil y en diez minutos le indicara algunos “trucos” para
poder ligar en un concierto.
Sin pensármelo dos veces, y mientras
seguía arpegiando, aproveché la ocasión para declamarle aquellos inmortales
versos de Becquer:
“Por
una mirada, un mundo./ Por una sonrisa, un cielo./ Por un beso… ¡Yo no sé qué
te diera por un beso!”
-En
serio, papa. No te burles.
-Si
no me burlo- le contesté-. Te acabo de indicar las 3 claves maestras de la seducción:
-
MIRADA.
- SONRISA.
- BESO.
Mi hijo comenzó a ponerme atención (cosa
inusual, en la actualidad). Proseguí con el tema de la mirada. “Lo primero de todo, cuando has localizado
a la chica que te gusta, es situarte cerca de ella. Es algo obvio, pero es lo
primero que hemos de tener en cuenta los tímidos…”
-“¿Hemos?” Pero si tú no eres tímido.
-Lo fui. Ahora ni lo sospechas, pero a
tu edad, yo también lo era. Continuo: te acercas y comienzas a mirarla. Síguela
con la mirada, sin distraerte… y espera a que ella se dé cuenta. Que también te mire. Aunque sea una mirada muy
fugaz. Como las estrellas de esta noche…
-¿Y qué?- me inquirió impaciente.
-A partir de aquí, tú síguela mirando. ¡Insiste!
¡Que quede manifiesto que tú estás por ella! Segunda lección para los tímidos:
no disimules que te gusta. No es cuestión de babear, ¡desde luego! Pero deja
patente que ha captado tu interés.
-¡Vale! ¿Y qué más?
-Ahora es cuestión de estar atento y
esperar a que te devuelva, por segunda vez, la mirada. ¡Esta es la clave! Si en
cinco minutos “marcándola”, no te vuelve a mirar por segunda vez, aunque muy
fugazmente, como las…
-¡Si, como las estrellas de esta noche! ¿Entonces
qué?
-¡Pues que te olvides! Si no recibes una
segunda mirada, mejor te olvidas de ella y empiezas a buscar a otra. ¡Estamos
hablando de ligar en un concierto! ¡Una cosa seria ya sería otro cantar…!
-¡No te enrolles! ¿Y ya estaaaaá…?
-¡No, hombre! Con la segunda mirada, es
cuando tienes que regalarle la más amplia de tus sonrisas…
¡Conseguí mantener su atención
sostenida durante más de media hora! (¡Todo un récord!). Y es que nadie queda
inmune ante el poder de las sonrisas amplias! Realmente, la sonrisa se
considera el más positivo y amistoso de todos los signos corporales. Ya aparece
en el infante en el segundo mes de vida, como primeras muestras de
reconocimiento, ante el rostro de su madre.
Por su parte, fue Guillaume Duchenne, de Boulogne, en el siglo XIX, que inició el estudio empírico de la sonrisa con la observación de las cabezas guillotinadas (!!!) y lo continuó con la aplicación de descargas eléctricas en el rostro de vagabundos voluntarios. En fin, un curioso caso de extravagante investigación científica, pero lo cierto es que Duchenne descubrió que la sonrisa auténtica está controlada por dos grupos de músculos: los zigomáticos mayores, es decir: los de las comisuras de los labios, y los orbicularis óculi, o sea: los que tiran los ojos hacia atrás, como los “chinos”.
Por su parte, fue Guillaume Duchenne, de Boulogne, en el siglo XIX, que inició el estudio empírico de la sonrisa con la observación de las cabezas guillotinadas (!!!) y lo continuó con la aplicación de descargas eléctricas en el rostro de vagabundos voluntarios. En fin, un curioso caso de extravagante investigación científica, pero lo cierto es que Duchenne descubrió que la sonrisa auténtica está controlada por dos grupos de músculos: los zigomáticos mayores, es decir: los de las comisuras de los labios, y los orbicularis óculi, o sea: los que tiran los ojos hacia atrás, como los “chinos”.
Así
podemos descubrir una sonrisa auténtica de una que no lo es: la falsa solo
suele utilizar los de los labios, como cuando el fotógrafo nos hace decir: “Luíiiiiiiissss…” o “patata…”
Volviendo al tema, tal vez tenga tan buena acogida una
amplia sonrisa porque es signo de franqueza. Una sonrisa auténtica está
diciendo claramente: “No soy ninguna amenaza”.
De hecho, es un signo de sumisión, por eso los hombres duros no sonríen nunca (me
estoy acordando de Clint Eastwood y de Harry, el sucio…).
Eso nos indica que tampoco es cuestión de pasarse de la raya, no vaya a ser que con tanta sonrisa parezcas un mono asustado, ¡un chimpancé, vamos! O que acabes con una sonrisa nerviosa y perenne, de sumisión neurótica, tipo Woody Allen…
Eso nos indica que tampoco es cuestión de pasarse de la raya, no vaya a ser que con tanta sonrisa parezcas un mono asustado, ¡un chimpancé, vamos! O que acabes con una sonrisa nerviosa y perenne, de sumisión neurótica, tipo Woody Allen…
Pero mi hijo quiso saber qué venía
después de la sonrisa…
-Entonces hay que acercarse y abordarla.
¡No lo dudes! Después de su segunda mirada, te acercas con elegancia y la
abordas…
-¡Pues ahí quería llegar yo! ¿Y qué le
digo? ¿Cómo le entras?
-Eso no tiene demasiada importancia.
Piensa que el 93 % del impacto del mensaje lo transmites con tu lenguaje no
verbal. ¡Tan sólo el 7 % llega a través de las palabras!
-¡Hostia! ¿Pero de todas maneras, algo
tendré que decirle?
-¡Claro, pero es lo de menos! Siempre
puedes probar con un piropo: fíjate en algún detalle de ella y del ambiente y
relaciónalo con alguna gracia…
-¿A ver, a ver…?
-Por ejemplo, podrías decir: “Me habían
dicho que aquí hacían un concierto, y por eso he venido… Pero lo que no sabía
es que habían “tías” tan guapas…”
Mi hijo desplegó espontáneamente una
sonrisa auténtica que iluminó su faz en un instante. A continuación, me pidió que improvisara otro ejemplo.
-Bueno, podrías probar con algo más
sofisticado, algo original…
-¿Cómo qué?
-No sé, quizá algo así como… “Me estaba
quedando hipnotizado con el reflejo que los focos del escenario hacen en tu piercing
del ombligo… …” Y si sonríe, pues continúa…
-¿Cómo?
-Pues, por ejemplo: “… pero al final me he dado
cuenta de que lo que me estaba hipnotizando de verdad… ¡era tu ombligo!
-¡No está mal! Pero me dijiste que
habían tres claves: la mirada, la sonrisa y…
-¡El beso! Si llevas a la práctica todo
lo que te he dicho… ya casi lo tienes a punto de caramelo.
Mi
hijo se fue la mar de contento a un concierto de ska y yo volví a los arpegios
bajo las estrellas… y a seguir tarareando: “Te
recuerdo Amanda/ la sonrisa amplia/
no importaba nada/ ibas a encontrarte con él…”
Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- T. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.com
Que te canten una maravillosa canción bajo las Perseidas con una guitarra.....nadie se resistiría ... ( magnífica acción consagrada... ;-) )
ResponderEliminarQue te canten una maravillosa canción bajo las Perseidas con una guitarra.....nadie se resistiría ... ( magnífica acción consagrada... ;-) )
ResponderEliminarTe recuerdo Amanda
ResponderEliminarla calle mojada
corriendo a la fabrica donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo,
no importaba nada......
Hola Lauren precioso tu blog que encontré por casualidad.
Un abrazo de otra huesped de GAIA.
....ibas a encontrarte con el,
con el, con el, con el, con el
Son cinco minutos
la vida es eterna,
en cinco minutos....
A que estás cantando??? jajajaja
¿Y qués es la "CASUALIDAD", estimada?
Eliminar¡Claro que estoy cantando... y encantado de recibir tus comentarios y tus elogios!
Sigo tu gran obra en la Red con interés y agradecimiento.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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