En la primera parte de este artículo
hacía referencia a algunos “efectos colaterales” que ha venido produciendo la
evolución de la sociedad: la llamada “dialéctica
del progreso”, la cual va dándose de morros con obstáculos imprevistos,
contratiempos, sorpresas y contradicciones.
Es cierto que cada vez se va logrando
una tecnología más sofisticada en nuestra vida cotidiana, al abasto de todo el
mundo, pero esta extraordinaria abundancia de recursos, en el fondo, no
conlleva aparejada un verdadero aumento de satisfacción psicológica, de
plenitud y de realización personal. En resumen: ahora vivimos más tiempo y más
cómodos pero no somos, necesariamente, más felices.
Una explicación para ello estaría
relacionado con nuestro alejamiento de lo profundo, con nuestro olvido de “lo sagrado”. Y es que nuestro rango de
“humano” no puede realizarse plenamente si nos reducimos meramente al ámbito de
lo físico, de lo material, por más pletórico y colmado que este se nos ofrezca.
El ser humano necesita expresarse en lo emocional, en lo mental… y en lo
espiritual. La experiencia humana reclama un mundo simbólico donde explayarse y, de esta forma, ir descubriendo un
trasfondo sagrado en todo lo aparentemente
profano.
Deepak Chopra, pionero de la medicina
mente-cuerpo, el “poeta-profeta de la medicina alternativa”, como lo definió la
revista Time, escribió la siguiente
reflexión: “Dentro de cada ser humano
existe un tema expansivo, un molde para una vida heroica, un dios o una diosa
embrionarios que desean nacer. Este es nuestro destino, el yo que nos negamos
porque la mayoría no somos capaces de ver el campo de potencial ilimitado que
está abierto para todos. Este es nuestro mejor yo, el yo que no tiene ego, ese
pequeño fragmento de Universo que actúa a través de nosotros para el bien de
todos.”
Conectar con el sentimiento heroico de la vida implica el requisito de bucear en
nuestro interior y preguntarnos: “¿Quién
soy…?” “¿Qué quiero?” “¿Cuál es el propósito de mi existencia?” Hemos de
reconocer a los arquetipos con los
cuales estamos resonando: los temas perennes que están delineando e imponiendo
un modelo de guión a nuestras vidas.
Entre ellos, existen dos personajes
míticos que nos ofrecen dos visiones antagónicas de la existencia: Uno es Sísifo,
la víctima de lo profano y lo absurdo. El otro es Parsifal: el héroe.
El mito cuenta que Sísifo fue condenado
por los dioses a subir un grandísima piedra hasta la cima de una montaña, con
la peculiaridad de que al realizar el último esfuerzo, para depositar la pesada
roca en la cumbre… Sísifo resbalaba y la piedra caía rodando hasta abajo del
todo… para tener que volver a comenzar de nuevo… Esta secuencia habría de
repetirse por toda la Eternidad…
En cambio, Parsifal representa al
prototipo de héroe inspirado por la realización de una misión transcendente: la
búsqueda del Santo Grial.
Tener a estos arquetipos bien presentes,
como referentes, nos puede ayudar a conectar con un propósito en nuestras vidas
y así llenarlas de sentido.
Habremos de estar atentos por si caemos
bajo la influencia del Arquetipo de Sísifo y saber reconocer cuando hayamos
entrado en ese bucle existencial que nos iría extenuando. No tanto por el arduo esfuerzo de la tarea sino por el
absurdo, por la futilidad de la misma.
Al mismo tiempo, las referencias al sentimiento heroico de la vida pueden
servirnos de ayuda para salirnos cuanto antes de ese asqueo existencial, de esa
rutina profana a la que nos encadena Sísifo, e intentar transcenderla con la
inspiración de Parsifal, donde la búsqueda del Grial viene a representar a todo
aquello por lo que vale la pena luchar y plantar cara al “buen combate” de cada día, encontrando, de esta forma, una voluntad de sentido.
Como escribiría Victor Frankl: ”En realidad, no importa lo que esperamos de
la vida, sino, qué espera la vida de nosotros.” Diríamos, pues, que en la dialéctica hombre-vida, es la vida la que interroga y es el hombre al que le
toca responder (justamente lo contrario de lo que vulgarmente se pretende siempre). Cuando a través de la
inquisición del dolor el hombre responde con dignidad, con amor y con servicio,
el ser humano encuentra el sentido que yacía oculto en aquella circunstancia y,
a través de su elección resiliente le ofrece su respuesta a la Vida, la hace
evolucionar y avanzar hacia su transcendencia.
Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- T. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.com
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