El mes
de septiembre, en Catalunya, suele ofrecer un aspecto delicioso. No nos
recuerda la decadencia del verano sino que, más bien, nos regala un paisaje de
elegancia y de madurez solemne. El sol se entibia amorosamente, las aguas
reverberan reflejos dorados y todo se impregna de la brillante luz del
mediterráneo, mientras los ocres comienzan a ensayar, subrepticiamente, su
espléndida sinfonía de colores…
Aún, con
todo ello, a mí siempre me ha inyectado una cierta dosis de nostalgia. La
consumación del período vacacional y la vuelta a la habitual cotidianidad
parecen querer hablarme de la fugacidad del tiempo y de la importancia de vivir
intensamente…
Acostumbro
a estar todo el mes de agosto de vacaciones, así que al llegar septiembre, se
me impone una especie de “vuelta al cole”. Se inicia una nueva temporada. Como
un volver a empezar: los pacientes, los informes, las llamadas telefónicas,
preparar talleres… ¿acabaré en este año de escribir ese libro…? En fin, “tornem a la brega”.
Por cierto, a principios de agosto, mientras estaba preparando el equipaje para marchar de
vacaciones, la verdad es que, en algún momento, también me imaginé
deshaciéndolo. ¡Como, efectivamente, después así ha sido! ¡Es lo que también tiene septiembre! ¡Las cosas son así! Y qué hermosamente lo había descrito
Machado: “Todo pasa y todo queda/ pero lo nuestro es pasar…/ Pasar haciendo
caminos…”
Hacer para deshacer. También podría
decirse de esta forma. Todo lo que se hace… en algún momento, tarde o temprano,
habrá de deshacerse. ¡Sin duda! Pero la clave de todo esto, precisamente, está
en volver a empezar. De eso se trata. “¡Volver a empezar!” Sobre los escombros
del templo derruido… se volverá a construir un nuevo templo, aún mayor que el
antecesor… De las cenizas del Fénix… resurgirá de nuevo el ave con todo su
espléndido fulgor… Hacer y deshacer
forman partes ineludibles del ciclo de la Vida, por lo que volver a empezar no
habría de encararse agónicamente, sino con la aceptación complaciente de haber
consumado otra vuelta en nuestro viaje eterno, otra experiencia circular en la
espiral de nuestra existencia. Porque lo importante no son las vacaciones… lo
importante no es el verano… ¡Lo importante… eres Tú!
El “descanso
del guerrero” es algo muy “serio”. Incluso imprescindible. Pero no hay que olvidar
que la gracia del “descanso” se
encuentra tanto en el propio descanso, en sí mismo, como en el hecho de que es,
precisamente, gracias al “descanso” que el guerrero retoma fuerzas y puede
continuar con su misión. Vuelve a la “lucha”. Retorna al camino con renovadas
energías… ¡Porque lo importante… es el camino!
¿Pero no
era Yo… lo importante? ¿En qué quedamos?
¡Eso es!
Lo importante es… el camino… y lo importante… eres Tú! Porque, resulta, que Tú
eres el camino. Recuerden de nuevo a Machado: “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar…”
La Vida
es como una inmensa paradoja. Siempre
estamos volviendo. Una y otra vez volvemos a empezar de nuevo… Y en realidad,
nunca se vuelve, porque el volver no
es más que una ilusión, un espejismo… ¿A dónde
se puede volver, si cada momento es único? Cada momento de la Vida es una
situación existencialmente nueva. ¿Y quién
es el que vuelve, si el hombre está realizándose continuamente? El hombre se
está renovando constantemente… Ya no soy el mismo de ayer… el de antes de
empezar las vacaciones, el de antes de hacer el equipaje… que después tuve que
deshacer de nuevo… ¡Hacer para deshacer…!
Entonces,
podemos intuir que en el fondo del fondo… nada empieza ni nada acaba… tan sólo,
la Aventura continúa…
Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-
T. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario