viernes, 8 de junio de 2012

“Integración Cuerpo-Mente.”




                         El cuerpo y la mente no son dos cosas distintas. El cuerpo y la mente son dos aspectos de una misma unidad indisoluble: el ser humano. Lo que ocurre es que ya el propio lenguaje nos confunde: al emplearse dos substantivos distintos (“cuerpo”/”mente”) esto induce a pensar que se está aludiendo a dos entidades diferentes. En realidad, sería más apropiado para este caso  emplear adjetivos   en vez de substantivos. Por ejemplo: “lo corporal” y “lo mental” (lo corporal del hombre o lo mental del hombre).

         Otra solución sería seguir el ejemplo de cuando Einstein quería referirse al espacio o al tiempo. Einstein acuñó el término “espacio-tiempo”, tras demostrar que ambos son aspectos de una misma realidad, pues existe un continuum que hace imposible al uno sin el otro. De la misma manera, habríamos de referirnos siempre al cuerpo y a la mente como “cuerpo-mente”, ya que las personas somos organismos o entidades biopsíquicas. E incluso así, seguiría estando la expresión incompleta, pues habríamos de añadir la ineludible dimensión colectiva que nos configura la sociedad humana, quedando de esa manera la siguiente palabra compuesta: “bio-psicosocial”.


         Los iniciados en lo transpersonal pueden complicar aún más el término, extendiéndolo hasta límites más profundos, como por ejemplo: bio-psicosocial-energético-espiritual… y en realidad seguiría siendo lo mismo. Es como un acordeón que se va abriendo… y a medida que el fuelle se va desplegando… van sonando y apareciendo cada vez más… y más notas.

         Esta postura de la unidad funcional cuerpo-mente es defendida por todas las disciplinas que se han dedicado a estudiar el tema: desde la Medicina Psicosomática a la Acupuntura, desde la Psicología y el Psicoanálisis a la Bioenergética, desde la Eutonía al Tai-Chí… desde el Yoga a la New Age… … pero las cosas hay que empezarlas siempre por abajo, por los cimientos. Ya se sabe que no es cuestión de “comenzar la casa por el tejado”, así que será mejor que nos quedemos, de momento, con lo bio-psíquico o lo bio-psicosocial.


         Osho, el célebre y controvertido maestro espiritual indio, coincidía también en que cuerpo y mente son las dos caras de una misma moneda. Osho decía que “el cuerpo es la mente por fuera, mientras que la mente… es el cuerpo por dentro”. Curiosa y explícita metáfora que me hace recordar a una chaqueta reversible, que se puede poner por ambos lados y aunque se vean diferentes, como si fueran dos indumentarias distintas, siempre se trata de la misma ropa…


         Esta unidad cuerpo-mente, esta visión psicosomática del ser humano, la verdad es que aunque vaya ganando terreno y se vaya aceptando ampliamente, en realidad esto tan sólo se ha conseguido hacer a nivel teórico. Es decir: pensamos que esto es así… pero todavía, por lo general, no lo llegamos a sentir, y, por lo tanto, aún no conseguimos vivirlo.

         Nos solemos identificar con la mente (con lo mental) en lugar de hacerlo con el cuerpo-mente, y la mente, además, la solemos ubicar en la cabeza. Como si por debajo de la cabeza nos colgara  un cuerpo que, aunque  nos pertenece, no le solemos atribuir el “rango de Yo”. Algo así como si fuéramos montados sobre un animal al que hay que conducir y dominar. Una mula terca o un potro salvaje que debemos domar. Recordemos que ya San Francisco de Asís se refería al cuerpo como a “nuestro pobre hermano asno”.


         Para lograr la integración cuerpo-mente hemos  de aceptar primero a toda nuestra mente: lo consciente y lo inconsciente, para incorporar sin  miedos e integrar por completo a nuestro “Yo corporal”. Entonces comenzaremos a habitar nuestro cuerpo… entonces dejaremos de sentirnos jinetes intentando manejar las riendas de un extraño caballo desenraizado… para sentirnos radiantes y pletóricos centauros.


Escrito por: Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

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