viernes, 15 de junio de 2012

“¿Quién eres tú?” (“La muñeca de sal.”)



  



La entrada de este viernes será más cortita de lo que suelen ser habitualmente mis posts, en este blog. Esta tarde comienzo a impartir los talleres de Conciencia Corporal, en Pineda, y metido en el tema de los preparativos resulta que ando un poco ajustado de tiempo. Hoy me voy a limitar, sencillamente,  a divulgar un cuento. Un cuento muy pequeño, muy cortito… pero también es verdad, como decía Gracián que “si lo bueno es breve… dos veces bueno”. Y también nos recuerda aquel dicho popular que “en el pote pequeño se encuentra siempre la buena confitura…”

Se trata de un antiguo cuento zen, muy hermoso, que yo descubrí a través de Anthoni de Mello. El propio de Mello decía que hay tres formas de leer un cuento:

1ª: Leyéndolo una sola vez, como de pasada… y “a otra cosa, mariposa”. Este tipo de lectura nos sirve como puro entretenimiento.

2ª: Leyéndolo dos veces. Entonces, con la segunda lectura se nos estimulará la reflexión que luego podrá articularse y aplicarse a la propia vida. Y…

3ª: Tras la segunda lectura, permitir que se cree un silencio interior, para dejar que el cuento nos revele un mensaje profundo, más allá de las palabras… Eso puede ayudar a que se vaya desplegando en nosotros una sensibilidad mística.

Os dejo, pues, con este pequeño-gran cuento de la muñeca de sal:


Habla una antigua historia de una muñeca de sal que atravesó caminando el desierto… Caminaba y caminaba… y tanto llegó a caminar que acabó recorriendo miles de kilómetros, hasta pararse, por fin, en la misma orilla del mar. Ante aquella inmensidad azul quedó fascinada, contemplando el agua: líquida, transparente, vibrante… tan diferente a todo lo que había conocido hasta entonces.

Profundamente intrigada, la muñeca preguntó al océano: “¿Quién eres tú?” Y el mar le contestó, amoroso y sonriente, con una propuesta inquietante: “¿Por qué no entras y lo compruebas por ti misma?”


La muñeca, entonces, comenzó a avanzar hacia las olas, como Alfonsina, introduciéndose lentamente en el mar… y a medida que iba adentrándose… la muñeca iba menguando… se iba disolviendo. Más se adentraba… y más…  y más… se disolvía… A cada paso… iba quedando menos de la antigua muñeca…


Ligera… sutil… por último, antes de la última disolución final, cuentan que se llegó a oír a la muñeca exclamar: “¡Ahora…! ¡Ahora sé quién eres…!”


“¡Ahora ya sé quién soy!”


Escrito por: Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-
 T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

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