miércoles, 17 de julio de 2013

(“El sentimiento heroico de la vida”) (1ª. Parte) (“Lo sagrado y lo profano.”)






            Los extraordinarios avances científicos y tecnológicos de la modernidad han traído el confort a nuestras vidas, así como la información a raudales sobre cualquier tema, dato o evento acontecido en nuestro mundo… e incluso más allá. Pero al mismo tiempo, también es cierto que nos han aplastado con su reduccionismo materialista, el cual nos ha dejado melancólicos y aburridos, contemplando la vida con una mirada vacía y fútil: es la visión desangelada y chata del mundo. Una “visión profana”.


            A la habitual repugnancia del ser humano por el esfuerzo, actualmente hay que añadírsele, además, tres nuevos factores deprimentes: el escapismo consumista, la adicción a las ”pseudo-relaciones en las redes sociales y el desencanto ante el rotundo fracaso de lo social.




            Podríamos decir que la fatiga física se ha tornado en fatiga psicológica: no estamos tan cansados físicamente como asqueados existencialmente. Todo ello, bien combinado, forman un auténtico cocktail Molotov que puede acabar por dinamitar cualquier atisbo que pudiera quedarnos del “sentimiento heroico de la vida”.

            Porque la vida cada uno la vive como puede, pero en el fondo sólo hay dos formas de hacerlo, o mejor expresado: “desde dónde hacerlo”. Y estas son desde lo profano o desde lo sagrado. Pues lo “sagrado” y lo “profano” representan  dos modalidades de estar en el mundo.

            Esto puede ser así porque los humanos no somos simples animales, sino que somos, además, seres simbólicos. Vivimos en un mundo físico, ¡desde luego!, pero lo hacemos persiguiendo continuamente símbolos, desentrañando las esencias… Hasta los más mínimos gestos que hago con las manos mientras estoy hablando no son simplemente movimientos físicos, sino que van expresando conceptos, ideas… que acompañan y completan mi discurso… La típica adolescente, tras el lucimiento de su look a la última moda, lo que intenta es reforzar su Autoestima buscando la Aprobación del Grupo… y el joven machito haciendo rugir y levantando su motocicleta entre las piernas pretende afirmar el Brío y la Potencia de su Virilidad…




            …A través de una flor descubrimos la Belleza… un amanecer junto al mar nos inspira Inocencia y Esperanza… cuando el sol resplandece al mediodía: Vitalidad y Poder… mientras que la puesta del astro Febo, en la hecatombe de la tarde… nos habla de Entrega… de Rendición y de Paz…  Sin embargo, por millones de caballos que hayan galopado por las infinitas praderas, ninguno ha podido nunca pararse a contemplar el horizonte y expresar: “¡Señor, cuanta grandeza!” Y desde siempre parece ser que los lobos han aullado en las noches de plenilunio, y seguramente seguirán haciéndolo… pero por mucho que eleven y dirijan su hocico hacia la luna no se darán cuenta jamás de que esos múltiples puntos de luz… son otros mundos ¡Incontables mundos lejanos! Y nunca, nunca llegarán  a decir: “¡Dios mío, qué inmensidad!”




            ¡Las cosas son así! Pero lo triste es que a nosotros, los humanos, llegue a pasarnos algo parecido. Ellas, pobres bestias, no pueden hacer más: su conciencia es demasiado limitada. Sin embargo, nuestro rango de homo sapiens (“hombre que sabe”) nos reclama el “darnos cuenta”, el tomar conciencia… el salir de lo “profano” y descubrir lo “sagrado”.

            Cuando lo sagrado se manifiesta, el objeto se convierte en otra cosa, sin dejar de ser el mismo. El objeto o la acción se consagra y se transforma en una experiencia mítica, arquetípica y heroica… entonces es cuando fregar los platos y barrer la casa se elevan a la categoría de rituales sagrados que nos dignifican… y el coger el coche o la moto para ir al trabajo se transforman en subir al leal corcel para emprender la heroica misión de la jornada… Entrando en lo simbólico todo puede convertirse   en una experiencia sagrada… pero desde lo profano, todo acaba en simples y repetidas rutinas y procesos orgánicos.




            Con la consagración de la vida, vamos transformando simbólicamente el universo: del caos al cosmos. Y con ello vamos haciendo “nuestro” el mundo, convirtiéndolo, para nosotros, en un espacio renovado, en un espacio recreado. Para entrar en lo sagrado necesitamos abrirnos al Misterio e irnos entregando a la profundidad de la Existencia, lo cual nos lleva del reino de la Cantidad al de la Cualidad, de lo Horizontal a lo Vertical, de la Velocidad a la Intensidad y de la Multiplicidad a la Unidad.

            Y en cualquier caso, en una sociedad de la irreverencia y la profanación, lo sagrado es ganar dignidad. Y, por si fuera poco, lo Sagrado ni juzga, ni condena, ni prohíbe… sino que tan sólo bendice.

                           (Continuará en el próximo post.)


Escrito por:Lauren Sangall Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-      T. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.com 

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