jueves, 25 de agosto de 2011

"Estar despierto o la Ética de Situación." ( I )


Por mucho que uno se empeñe, la Vida no trae ningún Manual de Instrucciones.

La Ciencia requiere seguir una metodología rigurosa. La práctica clínica busca con afán programas  precisos  de intervención. ¡Es lógico! Es algo útil y en muchos casos imprescindible. Pero la compulsión de nuestra mente por tenerlo todo “bajo control”   nos incita a establecer, siempre, reglas para cualquier cosa: pretende registrar, clasificar y archivar la Vida, en forma de clichés situacionales, para después aplicar protocolos estandarizados de actuación, a cada tipo de situación. Entonces, pareciera que poseer el conocimiento de ese fabuloso y ambicioso prontuario nos traería el bienestar y el confort de una vida segura.

Es verdad que aportaría comodidad y un cierta sensación de control, sin duda, pero todo ello a cambio de arrastrar una existencia robótica, automatizada y, sobre todo, falsa.
Sí, falsa porque de tal manera no estaremos nunca experimentando el contacto de lo real. Viviremos sin estar nunca presentes. Transferiremos de forma sistemática cualquier situación que la Vida nos ofrezca, a los archivos que habíamos recopilado, a priori, y reaccionaremos de acuerdo a aquellos protocolos establecidos. ¿A eso se le puede llamar vivir?





La  Vida se expresa nueva, a cada instante, pero no solemos verlo así, ya que solemos mirar con ojos cautivos. Y es que estamos acostumbrados a mirar con los ojos del pasado.



Alrededor del año de vida, la mayoría de los bebés rompen a hablar diciendo “mamá”.  Durante el siguiente año, cada vez que ven a cualquier mujer, que capte su atención, la señalará llamándola “mamá”.  Y lo mismo ocurre con el perrito: con vivo interés lo señalará nombrándolo “bop, bop”, o “guau-guau”… pero es que actuará de idéntica forma con los gatos… y con los caballos… Incluso con los elefantes… o con las palomas. ¡Todos los animales son “guau-guaus”! ¡Lleven a un bebé a un zoológico y se pasará el día señalando y gritando: “guau-guau”. Conducta infantil que nos resulta tremendamente ingenua, pero no es que los adultos estemos tan lejos de tales deformaciones, pues nuestros mecanismos de Asimilación cognitiva hacen pasar por el “aro” de los esquemas mentales del pasado a toda vivencia del presente.

La Vida nos exige Atención; el máximo de atención para que nuestra inteligencia se pueda desplegar, respondiendo con la sensibilidad despierta, ante las exigencias del momento.
Es por ello, que más allá de las honrosas e idealistas pretensiones de Kant, en búsqueda de principios éticos absolutamente universales (el imperativo categórico), haríamos bien, considero, en interesarnos más por los planteamientos existencialistas contemporáneos, los cuales nos invitan hacia una ética de vida y nos instigan a buscar la dignidad situacional. La Ética de situación nos propone sumergirnos plenamente en el aquí y el ahora, resaltando la necesidad de recurrir a la situación particular, en la que está existencialmente comprometida la persona concreta.
La Ética de situación entiende que cada situación existencial es personalísima e intransferible; es única e irrepetible. De todo ello se desprende, entonces, que las reglas universales y abstractas, como mucho, podrán tener un valor relativo. 


Desde una visión profundamente existencialista, la persona no sabe ni puede saber lo que tiene que hacer, sino que lo habrá de decidir en cada situación.
Con todo lo expuesto, puede ir empezándose a entender la gran importancia de desarrollar una atención consciente, de conseguir estar el máximo de despiertos para responder, adecuadamente, a la Ética de situación.         


                (Más sobre el tema: Ver artículo: "Bañarse en el mismo río", en esta misma Etiqueta.)

2 comentarios:

  1. Hola Lauren, te sigo con atención. e interés.

    De acuerdo, no podemos basarnos en una ética universal, pero al mismo tiempo hemos de tener coherencia en nuestras actuaciones. Estoy pensando que para poder actuar bajo la ética situacional tenemos 2 herramientas, los valores y las emociones. Los valores nos marcan el camino, y las emociones nos los modifican según las situaciones. Pero eso solo vale para personas equilibradas, cuando te vas a los extremos te encuentras con la moral victoriana (supresión de emociones), o con el libertinaje puro y duro (supresión de valores)

    ¿Qué opinas?

    Saludos.

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  2. Presiento que la Ética situacional es lo único Real, entendido como la Acción Recta o Perfecta (ese también es el objetivo del llamado Karma Yoga).
    La coherencia a la que aludes, y tan altamente valorada por la manera oficial y estandar de entender el mundo, en realidad es una prisión del pasado: como su propio nombre indica (co-herencia), representa obrar obedeciendo a la herencia, es decir, a lo que nos viene del pasado, a lo que hicimos en el pasado. Al pretender que la coherencia sea siempre nuestra guía, no podemos acceder, realmente, al descubrimiento de lo que nos trae el presente. La ética situacional cambia COHERENCIA, por CONGRUENCIA: lo que realmente importa es ser congruente con lo que está ocurriendo en el momento presente, en la situación.
    El conseguir estar DESPIERTOS, como aludo en el post va más allá de los valores (prefijados en la memoria) y las emociones (reacciones automáticas de la mente). Implica, por el contrario, conseguir un nivel de OBSERVACIÓN ATENTA, que nos permita mantenernos como TESTIGOS externos de la situación, como una cámara que registra: sin enjuiciar, ni condenar... solo registra. Con el entrenamiento de esta actitud, al conseguir mantener, de forma prolongada, este testimoniar puro va emergiendo la respuesta ética, adecuada al momento.
    Desde luego, Ferrán, este es un reto, no ya para las "personas equilibradas", sino para los buscadores de lo eterno, los aspirantes a lo TRANSPERSONAL.
    Gracias por el comentario.

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