¡La mente no sabe gozar! Y como resulta que vivimos instalados en la
mente, pues nos perdemos lo mejor de la vida: el disfrute. ¡El goce de la
existencia!
La mente, o el ego, intenta extraer
placer del recuerdo o de la anticipación. En la Psicohedonia, así como en la
Psicología Transpersonal, a la mente se le suele llamar el ego. Pues bien, el
ego busca el placer inventándose un futuro agradable, anticipando en la
imaginación una hipotética satisfacción
futura. ¡Siempre anticipando! “¡Futurizando!”
Suponiendo que cuando hayamos hecho esto o aquello, entonces podremos estar
bien. Entonces podremos sentirnos a gusto. Y así es como vamos viviendo:
persiguiendo la zanahoria colgada delante del burro. ¡Persiguiendo quimeras!
Anticipamos una satisfacción futura
en vez de experimentar la totalidad al completo, lo cual sólo está disponible
en este momento, en el ahora. Además, al imponernos un ideal, al imponernos una
meta concreta: “¡Tengo que pasármelo
bien!” “¡Tengo que ser feliz!”, sin
darnos cuenta caemos en una nueva trampa. Al imponérnoslo, sin siquiera
advertirlo, entramos en una actitud y un comportamiento de tipo compulsivo: “Tengo que conseguirlo como sea”, y
entonces hay que obligarse a conseguirlo, a toda costa.
Y lo que se hace por obligación
tiene poco que ver con la devoción. Nada que ver con el placer. ¡Si me empujan para entrar en el cielo…
mejor no entro! ¡Pero hombre: si es el cielo! ¿Cuál cielo? ¿El tuyo? ¡Porque en
mi cielo no se empuja a la gente!
Un sencillo ejercicio que propone la
PSICOHEDONIA para ir desarrollando la sensibilidad de entrar en el presente
consiste, simplemente, en dedicar algunos momentos del día a recuperar aquella deliciosa sensación de embobamiento de cuando éramos
púberes. Al adolescente le resulta muy fácil embobarse, "empanarse" (al menos así era antes de que la
telefonía móvil y sus prodigiosas aplicaciones nos ocasionen interrupciones tan continuas). Durante el periodo de entrada a la juventud resulta bastante habitual el quedarse en Babia, embobado, mirando
las musarañas… La única diferencia del embobamiento lúcido de la Psicohedonia consiste en que éste se busca y en el cual se entra con voluntariedad consciente, se actúa de forma lúcida a la hora de permitirse dicho arrobamiento. El adolescente, sencillamente, se queda abstraído, ausente… en la “luna de Valencia”, como se solía decir.
En la Psicohedonia, en cambio, lo que se propone es permanecer presentes:
mantenerse bien anclados en el aquí y el ahora. Percatándose de todo lo que
acontece en este instante: la luz ambiental, los sonidos, las formas, los
colores… Darse cuenta sin hacer nada más que encantarse… que entregarse al embeleso... aflojar el cuerpo,
soltar los controles… y embobarse. Dejando reposar nuestra mirada suavemente
sobre los objetos, sobre los huecos entre los objetos, sobre el espacio… sobre
el fondo… y permitir que el ahora fluya sin que nos importe el tiempo lo más
mínimo.
La Psicohedonia nos invita a experimentar momentos de embobamiento lúcido, para descubrir que perder el tiempo conscientemente… resulta maravilloso.
La Psicohedonia nos invita a experimentar momentos de embobamiento lúcido, para descubrir que perder el tiempo conscientemente… resulta maravilloso.
Escrito por Lauren Sangall. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona- Tel. 93 751 63 54 e-mail: laurensangall@gmail.COM
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