lunes, 17 de febrero de 2014

(La Sabiduría de la Incertidumbre.”) (2ª. Parte) (“Abrir los ojos a la Vida.”)


              Ante la sensación de incertidumbre, nuestra reacción  impulsiva suele ser la de pretender escapar de la situación en un intento desesperado por recuperar algo de certeza y de control.

            Recapitulemos, antes que nada, la secuencia circular que detallábamos en la 1ª parte del post:  

Incertidumbre – Miedo – Escape compulsivo – Refugio transitorio – Incertidumbre…

… Así entramos, una y otra vez, en un círculo vicioso que nos mantiene dando vueltas por la existencia, en una rueda sin fin, hasta que, en algún momento, nos llegue el cansancio, el hartazgo de las esperanzas decepcionadas, el desánimo…  con el cual habremos de aprender a renunciar al escape. Pero no para hundirnos en una resignación derrotista, sino, por el contrario, para dejar de escapar, para mantenernos, de momento, “quietos”. Es decir: para refrenar nuestra compulsión de escape y pararnos a mirar con atención lo que está pasando.



Sólo cuando dejamos de escapar podemos entrar en el momento, en el ahora, en el aquí y el ahora, con toda la intensidad del dolor que pueda haber… ¡Es lo que hay! Entonces descubrimos que “este momento”, con todo su dolor –si lo hubiere- es lo que la vida es… en este momento. ¿Cómo vas a escaparte de él? ¿Cómo vas a escaparte de la propia vida…?


Permítanme que lo vuelva a repetir: “Este momento… es lo que la vida es… en este momento.”  ¿Entienden?  ¡Si hay dolor… hay dolor!

¡Es lo que hay!
¡Es lo que es!

¡Escaparse no es que esté mal… es que es imposible! ¡Tan solo es una ilusión! ¡Una fantasía! Parece que te escapas, pero, en realidad,  tan solo te escondes y te resistes. Y esa resistencia es lo que te exacerba el sufrimiento. Al final, como siempre, es peor el remedio que la enfermedad. Porque en la Vida hay dolor, mucho dolor… es lo que siempre digo: “¡La Vida duele!” ¡Claro que hay dolor! Hay dolor… pero el sufrimiento lo pones tú.

No es lo mismo el dolor que el sufrimiento. El dolor es inevitable, es consustancial con la vida misma: en algunos momentos hay dolor, ¡sin duda! Pero el sufrimiento no. El sufrimiento es nuestra reacción. El sufrimiento es nuestra resistencia al dolor. El pretender eliminar el dolor –ahora no estoy hablando de aspirinas-, el pretender que no haya dolor en este momento, representa una negación de la realidad de este momento, un rechazo a lo real, un rechazo a lo que es… “¡Me niego a aceptar la realidad!” ¡Pues tú mismo, amigo! Es como la pataleta de un niño porque la ola espumosa se llevó su castillito de arena…  “¡Pero es que duele!”  ¡Oh, hermano, claro que duele! ¡Cuánto antes te des cuenta, antes podrás empezar a vivir! ¡Porque la vida duele! ¿Lo he dicho antes? ¡A mí también me mojan las lluvias! ¡A mí también me quema el fuego! ¡Y también sangro cuando me corto! ¡Y también lloro… cuando no puedo…!


“¡Que no quiero verla! / Dile a la luna que venga / que no quiero ver la sangre / de Ignacio sobre la arena / No. / ¡Que no quiero verla!”  Así exclamaba Lorca en su poema elegíaco Sangre derramada. Pero  ni la llegada de  la luna y ni el oscuro manto de la noche  van a devolverle la vida al torero muerto. Por mucho que grite el poeta que: “¡Yo no quiero verla!”, la verdad es que “Ya los musgos y la hierba / abren con dedos seguros / la flor de su calavera.” ¡Y eso duele! (como decía la Bombi, ¿recuerdan?) ¡La muerte de un amigo duele! ¡Dios, si duele…!  Pero cerrar los ojos… no apacigua el dolor… ¡Al contrario! ¡Lo enquista!



La aceptación no es indiferencia. La aceptación no es anestesia. La aceptación es abrir los ojos a la vida. Es afrontar la realidad que se te ha venido encima, de frente, con los ojos bien abiertos y permitirte VIVIR lo que te ha tocado vivir… hasta las últimas consecuencias. Que la Vida te penetre hasta el fondo, hasta el tuétano de los huesos… hasta el alma.  La aceptación es comprender que la vida es un Misterio… y como tal, no tiene solución, no puede resolverse (si no fuera así, en vez de Misterio, tan sólo sería un simple enigma, un acertijo...) … Lo único que sí puede hacerse con ella  es vivirse. Y vivir obliga a lanzarse sin condiciones al seno de las aguas, donde reina por siempre y para siempre… la Incertidumbre.


1 comentario:

  1. Super pertinente este post en los tiempos que corremos, pero también muy difícil de asumir, de tener la suficiente valentía como para quedarse quieto y aceptar sin huir. Ah¡ cuan pocos son capaces de hacer eso. Para mí es el acto más heroico que existe y también el más importante. Enfrentar tus miedos y tu dolor, enfrentarse al morador del umbral. Detrás está la luz suprema.

    Se podría resumir con la frase: El dolor es obligatorio, el sufrimiento opcional. Aunque como sufrimos y yo el primero...

    Como dice Moffitt citando a Ajahn Sumedho (maestros budistas): El camino para salir del sufrimiento lo atraviesa.

    Un abrazo

    ResponderEliminar