martes, 5 de agosto de 2014

“La maravilla de embobarse y perder el tiempo.”




¡La mente no sabe gozar! Y como resulta que vivimos instalados en la mente, pues nos perdemos lo mejor de la vida: el disfrute. ¡El goce de la existencia!

            La mente, o el ego, intenta extraer placer del recuerdo o de la anticipación. En la Psicohedonia, así como en la Psicología Transpersonal, a la mente se le suele llamar el ego. Pues bien, el ego busca el placer inventándose un futuro agradable, anticipando en la imaginación  una hipotética satisfacción futura. ¡Siempre anticipando! “¡Futurizando!” Suponiendo que cuando hayamos hecho esto o aquello, entonces podremos estar bien. Entonces podremos sentirnos a gusto. Y así es como vamos viviendo: persiguiendo la zanahoria colgada delante del burro. ¡Persiguiendo quimeras!



            Anticipamos una satisfacción futura en vez de experimentar la totalidad al completo, lo cual sólo está disponible en este momento, en el ahora. Además, al imponernos un ideal, al imponernos una meta concreta: “¡Tengo que pasármelo bien!” ¡Tengo que ser feliz!”, sin darnos cuenta caemos en una nueva trampa. Al imponérnoslo, sin siquiera advertirlo, entramos en una actitud y un comportamiento de tipo compulsivo: “Tengo que conseguirlo como sea”, y entonces hay que obligarse a conseguirlo, a toda costa.

            Y lo que se hace por obligación tiene poco que ver con la devoción. Nada que ver con el placer. ¡Si me empujan para entrar en el cielo… mejor no entro! ¡Pero hombre: si es el cielo! ¿Cuál cielo? ¿El tuyo? ¡Porque en mi cielo no se empuja a la gente!



            Un sencillo ejercicio que propone la PSICOHEDONIA para ir desarrollando la sensibilidad de entrar en el presente consiste, simplemente, en dedicar algunos momentos del día a recuperar aquella deliciosa sensación de embobamiento de cuando éramos púberes. Al adolescente le resulta muy fácil embobarse, "empanarse" (al menos así era antes de que la telefonía móvil y sus prodigiosas aplicaciones nos ocasionen interrupciones tan continuas). Durante el periodo de  entrada a la juventud resulta bastante habitual el quedarse en Babia, embobado, mirando las musarañas… La única diferencia del embobamiento lúcido de la Psicohedonia consiste en que éste se busca y en el cual se entra   con voluntariedad consciente, se actúa de forma lúcida a la hora de permitirse dicho arrobamiento. El adolescente, sencillamente,  se queda abstraído, ausente… en la “luna de Valencia”, como se solía decir. 


        En la Psicohedonia, en cambio, lo que se propone es permanecer presentes: mantenerse bien anclados en el aquí y el ahora. Percatándose de todo lo que acontece en este instante: la luz ambiental, los sonidos, las formas, los colores… Darse cuenta sin hacer nada más que encantarse… que entregarse al embeleso... aflojar el cuerpo, soltar los controles… y embobarse. Dejando reposar nuestra mirada suavemente sobre los objetos, sobre los huecos entre los objetos, sobre el espacio… sobre el fondo… y permitir que el ahora fluya sin que nos importe el tiempo lo más mínimo. 

        La Psicohedonia nos invita a experimentar momentos de embobamiento lúcido, para descubrir que perder el tiempo conscientemente… resulta maravilloso.

Escrito por Lauren Sangall. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Premia de Mar -Barcelona-           Tel. 93 751 63 54      e-mail: laurensangall@gmail.COM 

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