viernes, 17 de febrero de 2012

La Verdad está ahí fuera. (1ª parte) (¿Dónde?)




Sin duda, la mayoría de ustedes recordarán la celebre serie televisiva de los 90, “Expediente X”, posteriormente llevada al mundo del cómic. La de la carismática pareja de la FBI: el agente Mulder y la agente Scully, encargados de resolver casos extraños, envueltos siempre en una atmósfera paranormal, y con la trama de fondo de una insinuante conspiración alienígena. Muchos de ustedes, seguramente, también recordarán que los capítulos comenzaban  con el enigmático rótulo y la voz en OFF que decía: “LAVERDAD ESTÁ AHÍ FUERA…” Siempre me pareció una gran frase. A decir verdad, era casi lo que más me gustaba de la serie: la mítica frase de la voz en OFF… aquella voz potente haciendo resonar la sentencia: “La Verdad está ahí fuera…”



Aunque bien mirado, fuera y dentro, a pesar de que representan un par de antítesis, pueden llegar a intercambiarse, con lo cual, también podría decirse: “La Verdad está aquí dentro…” Como escribiera Herman Hesse en su relato corto Dentro y Fuera: “Nada está fuera, nada está dentro; pues lo que está fuera está dentro.” De eso, precisamente, trata el relato de Hesse: de demostrar que pueden transcenderse los pares de opuestos y accederse, así, a un conocimiento “mágico” de la Realidad. Hoy en día, más que “mágico”, utilizaríamos, mejor, el concepto de “translógico”, o “transcendental”, o “transpersonal”.



(Les ruego la bondad, por su parte, de emplear un poco de paciencia conmigo, pues voy a irles complicando un poquito la cosa.)

Añadiendo una pincelada más al mismo tema, diré que solemos atribuir, habitualmente, a las “fronteras” la cualidad de dividir, de separar, mientras que si las percibimos como simples demarcaciones o líneas divisorias, entonces pueden considerarse líneas de separación como, de igual forma, pueden considerarse también líneas de contacto. Tengo un ejemplo, a mano, muy sencillo: cuando era un niño pequeño, me solía quedar extasiado mirando el océano… Y en mi visión infantil, la línea del horizonte creía, literal y físicamente, que era donde se encontraba el cielo con el mar. Donde se juntaban... donde se unían ambos...



De la misma forma, y sin necesidad de evocar visiones infantiles, puede decirse que el litoral es donde se junta el mar y la tierra. Entonces… ¿las “fronteras” separan… o las “fronteras” juntan…?


Tal vez, habríamos de comenzar por reconsiderar el concepto de frontera. Y, como escribe Ken Wilber: “Hay una gran diferencia entre una línea y una frontera.” Las líneas, desde luego, distinguen: reconocen una distinción, delimitan los opuestos… pero a la vez los unifican, los juntan… los ponen en contacto… los vincula en una unidad inseparable. Así pues, siguiendo a Wilber: “el mundo real contiene líneas, pero no fronteras.”
Con todo ello, podemos llegar a comprender que si, en realidad, no existen fronteras, que si tan sólo son conceptos arbitrarios, fruto de un consenso social… al eliminarse las fronteras… todo deja de estar separado. Nada es independiente. Luego… ¡Todo es Uno!

Y si la Unidad es todo… entonces: no hay nada fuera… ni nada dentro (¿dentro de qué?, ¿fuera de qué, si no hay frontera alguna?) (¿Lo van pillando?).



A estas Unidad podemos llamarle el Kosmos, el Tao… Dios… o, con una nomenclatura más propia del discurso científico actual, el “Campo”. Podríamos decir, entonces, que cada uno de nosotros nos encontramos “dentro” del Campo… y, a la vez, el Campo también está dentro de cada uno de nosotros… El Campo lo abarca todo.



Al acceder, no teóricamente, sino vivencialmente, experiencialmente, a esta conciencia de Unidad, entonces se transciende nuestra típica percepción corporal habitual que, reforzada por nuestros pensamientos, nos da la contundente aunque engañosa sensación de existir totalmente separados...  




...la engañosa sensación de existir encapsulados en nuestra piel... aislados de los demás… aislados del resto… aislados del “exterior”… viviendo aprisionados dentro de la “botella”, como el ganso de aquel célebre koan zen... 
Con la Conciencia de Unidad, digo, se transcienden los sentidos y el ego se disuelve en el Campo, regresando al vasto Oceano de la Conciencia de donde, en realidad, nunca ha salido.

Esta “vuelta a casa”, este retorno de la conciencia a su hogar original sería el “seguir el Tao” de la mística china, el advaita indú, el nirvana budista… y para Jesucristo sería lo que él denominó “el reino de los cielos”.
Entonces… después de todo lo dicho: ¿dónde está la Verdad?
¿Qué les parece si les digo,  de momento: “La Verdad está en todas partes”? 

                             (CONTINUARÁ en el siguiente Post)

2 comentarios:

  1. Muy bueno e ilustrativo post, de verdad muy bueno...

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  2. Mi gratitud, Daniel, para tus elogios y tu incorporación al grupo de miembros seguidores del blog.
    Gracias.

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