miércoles, 28 de septiembre de 2011

"Agorafobia." (Un mundo amenazante)


          Clásicamente definida como “pánico a los espacios abiertos”, la sintomatología de la Agorafobia ya fue ampliamente descrita por los neurólogos del siglo XIX:
Freud hacía referencia, dentro de los cuadros fóbicos,  a los ataques de vértigo que afectaban a la deambulación por la calle. Pierre Janet hablaba de las “fobias de las situaciones”, considerando a la Agorafobia como el prototipo de las mismas, y Legrand Du Saulle, por su parte, hizo una descripción tan expresiva de estos estados que me anima a transcribir literalmente sus palabras, aunque daten de 1877:   “El miedo de los espacios es un estado neuropático muy particular caracterizado por una angustia, una viva impresión y hasta por un verdadero terror, que se producen súbitamente en presencia de un espacio determinado. Es una emoción como si se estuviera ante un peligro, un vacío, un precipicio, etcétera. Al enfermo se le debilitan las piernas, se inquieta, y muy pronto el temor de caminar por la calle lo domina por completo. La idea de verse abandonado en ese vacío lo hiela de espanto, mientras que la convicción de ser asistido, como quiera que sea, lo apacigua con dificultad...".


La Agorafobia es un trastorno dominado por el miedo. En especial, por la Ansiedad Anticipatoria, la cual lleva a estar permanentemente preocupado y temeroso de experimentar episodios agorafóbicos, en los cuales se imagina que se vivirán penosas sensaciones, por lo general, relacionadas con incapacitación, con humillación pública, vergüenza, agobio e, incluso, crisis de ansiedad.

La Agorafobia suele ser un cuadro  complejo, bastante relacionado con la Claustrofobia, aunque esta última representa, precisamente, todo lo contrario: terror a los espacios cerrados. Esta relación es tan íntima que se habla del “Síndrome claustro-agorafóbico”. Y es que si se observa con atención, tanto en la Claustrofobia como  en la Agorafobia existe un elemento central común, ambas  se basan en un mismo temor, en una misma fantasía: “el quedar atrapado”. 

A primera vista puede parecer extraño que el temor de fondo de una Agorafobia sea el quedar atrapado, pero si se agudiza la comprensión, se verá que lo que preocupa y angustia, sobre todo, al agorafóbico es el imaginar que puede encontrarse en una situación incómoda, de la cual le resulte difícil salirse. Precisamente, el peso de la incomodidad reside, principalmente, en ese detalle: lo embarazoso y complicado que sea, o parezca ser, el  poderse escapar.

Otro detalle a sumar a lo antedicho es la sensación de inseguridad  que  experimenta la  persona agorafóbica. Así pues, es típico que tales personas consideren que ciertas situaciones les puedan resultar amenazadoras y sentirse desprotegidas, para solventarlas sin la ayuda de alguien de confianza a su lado. Esto nos lleva a otro síntoma de fondo: la dependencia. Necesitan con urgencia apoyarse en alguien. Precisamente, una forma muy habitual de manifestarse esta ansiedad agorafóbica es con la sensación de perder el equilibrio, de mareo, de caerse en medio de la vía pública…  Algunos intentan prevenir este riesgo atreviéndose a salir a la calle, pero llevando siempre el carrito de la compra, el cual utilizan para apoyarse, librando, así,  un pulso continuo con la ansiedad.


       La situación se suele vivir, o imaginar,  más grave contra más lejos se sitúe de su domicilio. El agorafóbico busca refugiarse en casa para obtener una sensación de seguridad que ansía. Se va limitando a un restringido “espacio de confort”, del cual le va resultando cada vez más difícil salir. La Agorafobia puede ser tan limitante que impida atreverse a cruzar la calle. Incluso a salir de casa. En el fondo, el agorafóbico, acaba atrapado, obsesionado por  conseguir la seguridad de sentirse a salvo y por una necesidad de control. 

     
  Para curarse de la Agorafobia (y en general), los seres humanos hemos de llegar a entender y a aceptar que, en realidad,  no podemos tener el control. Nadie controla la vida. Se puede tener “fantasías de control”, pero no auténtico control. Por mucho que nos empeñemos, no podemos tener seguridad. Ni interna  ni externa.  ¡La vida es inseguridad! 
          Desdeluego, si nos pusiéramos a repasar la lista de peligros, riesgos y temores esta podría llegar a ser muy extensa: enfermedades, accidentes, atracos, agresiones, desastres, despidos, ruinas, extravíos, rupturas,  frustraciones, abusos, vejaciones, guerras, dolor… … etc., etc., …  ¡y aún así, seguimos vivos!

El miedo es una realidad, y como toda realidad, su solución definitiva no puede producirse a través de la evitación. De hecho, no se puede evitar, no se puede negar. Ahí reside el error. Contra más se evite, más presente acabará estando (Ver artículo: “La ley del Efecto Contrario”).  


Como se soluciona el miedo es comprendiéndolo. El miedo solo se cura a través de la comprensión. Para ello, hemos de llegar a entender que el propio hecho de  condenar el miedo, precisamente,  nos encadena a él.  La renuncia a enjuiciar el miedo es necesaria para llegar a superarlo.

Es necesario comprenderlo y encararlo. Es la comprensión  lo que transforma el miedo. La comprensión permite afrontarlo con éxito. Y si la comprensión llega a ser profunda, entonces no será necesario ningún enfrentamiento violento: mediante la comprensión profunda podemos exponernos al miedo, abriéndole los brazos. Pues no puedes encarar correctamente el miedo mientras lo sigas considerando un enemigo.

 Sé que puede llegar a sonar  absurdo,  inverosímil,  desquiciado…  Sé que es paradójico. Aún así, lo que digo es que cuando el miedo  deja de ser tu enemigo, entonces se produce una transformación, una alquimia: el miedo se transforma en energía, en energía liberada: una fuente de energía que queda a tu disposición.

 También en lo psicológico funciona la Ley de Lavoisier. Ya saben: nada se crea ni se destruye, sino que se transforma. Es por eso que digo que el miedo no puede destruirse, pero sí que se puede transformar. Una trasformación que se produce a partir de ir aceptando la inseguridad de la vida.   Se libera  entonces una gran energía. Energía que puede tomar la forma del coraje, del valor y  de la alegría de vivir, de afrontar la Vida como una gran aventura, encarando  la misteriosa y fascinante incertidumbre de la existencia.



1 comentario:

  1. Muy aleccionadora entrada sobre algunas de las fobias más frecuentes. Me han encantado las imágenes. Efectivamente, es verdad que la energía debe transformarse en otra cosa y dado que el miedo (como emoción) es un tipo de energía puede transformarse. Lo que no tengo muy claro , si puedo discrepar, es que esto pueda ocurrir por la comprensión profunda-. Lo del "insight" es algo que nunca he acabado de comprender. Imagino que muchas personas que sufren psicológicamente saben la causa de su miedo, pero ello no les soluciona. Quizás una comprensión a nivel muy profundo sí que puede tener efectos transformadores aunque no sé como se hace eso.

    Felicidades por este magnífico blog que tienes.

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