viernes, 5 de agosto de 2011

La Palabra Impecable: "Échale la Culpa al Boogie."


Al usar una palabra adecuadamente, en el contexto apropiado, estamos mostrando que conocemos ya su significado, aunque no sepamos dar cuenta verbal de él. Eso es lo que podríamos denominar un conocimiento o “sabiduría sin reflexión”.

Aunque un intelectualismo semántico a ultranza representa un ideal impracticable (y de eso se valía el genial Sócrates para desarmar a todos sus desconcertados interlocutores), la verdad es que un conocimiento reflexivo y preciso de la palabra puede tener un papel crucial para rectificar inercias perniciosas, en las que se puede y se suele incurrir habitualmente, cuando no se tiene en cuenta el revisar el uso automático que hacemos del lenguaje, con esa susodicha “sabiduría” práctica irreflexiva.
Por todo ello, considero útil practicar a veces el ejercicio de la hermenéutica, que, como define la Wikipedia, sería “el arte de explicar, traducir o interpretar (…) para determinar el significado exacto de las palabras, mediante las cuales se ha expresado un pensamiento.” Y eso son, justamente, las palabras: la encarnación del pensamiento. Y si tanto se dice y se asegura  de que el pensamiento tiene un gran poder, ¿no habría de tenerlo aún más cuando este se hace audible, por medio de la vibración del sonido?
Así pues, aceptemos que la Palabra tiene un gran poder. Poder expresivo y, por tanto, creativo. En Psicología Humanista es clásico mantener que las palabras, incluso, "hechizan".

Para no quedarme únicamente en generalidades, aplicaré algo de lo expuesto a una palabra concreta, tremendamente significativa en nuestra cultura: “CULPA”.
La palabra “culpa” se utiliza con  enorme frecuencia y en exceso con ligereza. Siempre estamos hablando de culpa, "echando la culpa", buscando al "culpable"… Vivimos en una sociedad basada en la culpa, donde la Culpa es auténticamente paradigmática. Los propios cimientos del mundo judeo-cristiano están fundamentados sobre la culpa: la caída del Hombre a consecuencia de la culpa del Pecado Original… … Y así,  resulta que la culpa puede ser un negocio de lo más rentable…
Ateniéndonos a su significado, entendemos por culpa a la omisión de lo correcto, definiendo a una falta que se comete voluntariamente. En un sentido amplio, la culpa también abarca, dentro de sí misma, el concepto de dolo, y esto es lo más grave, ya que el dolo hace referencia a una voluntad expresa de provocar un mal o perjuicio.
Entonces, cuando decimos a alguien que "tiene la culpa", o que tal cosa es "por su culpa", ¿estamos queriendo atribuirle mala fe? Es decir: les estamos diciendo que su voluntad ha sido provocar un mal. ¿Y es eso siempre cierto? O incluso: ¿es, alguna vez, eso cierto? 
Si queremos comprender mejor la realidad, podríamos tener en cuenta y entender que nadie pretende hacer las cosas mal, o inapropiadas...  según su propia visión del mundo.
Por esa misma razón, la de que cada persona percibe el mundo... desde su propia visión del mundo, no estamos obligados, entonces,  a compartirla y a seguirla. Sin embargo, teniendo clara esta cuestión,  lo que sí podemos hacer es decirle: "Te entiendo."  O, incluso: "Entiendo lo que sientes."

Propongo, pues, que cuando vayamos a utilizar la palabra culpa, intentemos acordarnos y poner algo más de conciencia. Probablemente desestimemos, entonces, la palabra culpa y pasemos a considerar que aquello que condenábamos  como culpa  sólo representaba "un factor más que ha intervenido" en tal suceso o consecuencia. 
Seguramente, en la mayoría de los casos, no nos resultará demasiado difícil sustituir la palabra condenatoria de "culpa", por la de "causa"... y ya sería mucho decir.
Tal vez, de esa manera, vayamos renunciando a hablar tanto de culpa y, en cambio, comencemos a hablar más de responsabilidad.




3 comentarios:

  1. Hola Lauren, me parece fantástico que te hayas aventurado a la red y que compartas tus conocimientos y puntos de vista con nosotros.

    Efectivamente, el poder de la palabra es tremendo y muy menospreciado. No solo hay que ser "inofensivo" de obra, sino también de palabra e incluso si es posible de pensamiento.

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  2. M'ha semblat molt interessant el que escrius. M'he quedat ambganes que seguissis definint i interpretant en aquesta línia"hermenèutica", com tu dius, el concepte, o tema, de laRESPONSABILITAT, que és amb el que acabes el teu article, i que expliquis les diferències més clares que hi ha entre responsabilitat i culpa.

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  3. Hola Lauren, com sempre, un article molt bo.
    Sí que és cert que, sovint, la majoria de la la gent, i jo també m'incloc, potser utilitzem el llenguatge massa a la lleugera o sense reflexionar, tal i com tu molt bé esmentes, aplicant, d'aquesta manera, la paraula de forma incorrecte o fora de context. Així doncs, estic d'acord amb tu en què caldria, i seria molt beneficiós per a tothom, fer un ús més reflexiu i considerat de la paraula.

    Quant a si les paraules són l'encarnació del pensament, la meva opinió és que en un principi així és, tot i que també opino que no sempre té perquè ser així això. De fet, una persona pot pensar una cosa i dir-ne una altra de molt diferent o fins i tot contrària a la que pensa. Inclús, hi ha persones que ni tan sols el seu llenguatge corporal els delata a pesar de què les paraules que diuen no corresponen amb els seus pensaments. Així doncs, segons la meva opinió, les paraules són l'encarnació del pensament, només quan un vol.

    Pel que fa a si una persona amb una determinada actitud o acció sempre té la voluntat, intenció o dol de fer mal expressament, evidentment que no sempre és així. Però la meva opinió és que, desgraciadament, sí que hi ha també persones que de forma plenament conscient pretenen fer mal als altres. Quant a la visió del món que puguin tenir aquestes persones, a no ser que siguin persones mentalment malaltes, per a mi no justificarà els seus actes. De totes formes, demano disculpes perquè potser no he acabat d'entendre molt bé el missatge que has volgut transmetre amb què cadascú té la seva pròpia visió del món i quines són les conseqüències que se'n deriven.

    Així doncs, i per acabar, sí que és cert que la paraula culpa està molt extesa i s'utilitza massa a la lleugera i que podríem canviar aquesta paraula per la de causa o responsabilitat en la majoria de casos, però segueixo pensant que hi ha casos, molts més dels que jo voldria o crec, en què l'ús de la paraula culpa és completament escaient.

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